No, el estallido en Ecuador la semana pasada no es comparable con lo que vivió Colombia en los 80 y 90. Lo de ahora en el país vecino, y quizás en la totalidad de América Latina, es el surgimiento o la consolidación de un nuevo fenómeno que es el de la organización e industrialización de la criminalidad más común y ramplona, la que siempre ha existido pero que sobrevivió básicamente como iniciativa personal o como bandas aisladas, en operaciones específicas, de alcances locales, inmediatos, sin criterios de alta perdurabilidad ni perspectivas transnacionales. Sin mentalidad de mafia ni de corporación. Una actividad muy relacionada con necesidades insatisfechas, con carencias básicas y marginalidades, cuyo desafío al Estado se reducía a burlar un código penal pero sin abiertos ataques al conjunto de la institucionalidad ni pulsos de poder. Una nueva realidad en la que el crimen común se autorreconoce como un para-Estado, pero sin pretensiones de representatividades políticas ni vocerías de nadie, y que por la fuerza de la violencia y la intimidación se considera inclusive un interlocutor válido para negociar procesos de paz con los gobiernos.
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Ecuador, laboratorio de la nueva criminalidad
15 de enero de 2024 - 02:05 a. m.