La fotografía de Petro en su discurso de triunfo el domingo antepasado me mueve a la ilusión. Él, en el apogeo de una lucha de más de tres décadas, sobreviviente de varias guerras, exultante de satisfacción; a su lado, su padre con la bandera tricolor, su esposa, los hijos, y una multitud con la gente pospuesta desde siempre: negritudes, indígenas, líderes cívicos, pueblo del común. Lo más notorio, ni un solo político a la vista, ni los Roys, ni Benedettis, ni Cepedas. Lo más cercano a esa fauna, Antanas Mockus, un antipolítico que en el avance de su deterioro encarna con toda dignidad ese otro sector también eternamente...
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