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Un gobierno con acné y sueños húmedos

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Sergio Ocampo Madrid
19 de mayo de 2025 - 05:05 a. m.
" Políticos en su pubertad, en la irresponsabilidad feliz de la minoría de edad y sus sueños húmedos, con ganas de rumba y de droga, de gresca con la pandilla del barrio contiguo, de decir gonorrea y hp por primera vez, e ilusionar planes futuros, pero sin rutas, factibilidades ni pasos, y con la poesía fácil y rudimentaria de alguien a los 15 años" - Sergio Ocampo
" Políticos en su pubertad, en la irresponsabilidad feliz de la minoría de edad y sus sueños húmedos, con ganas de rumba y de droga, de gresca con la pandilla del barrio contiguo, de decir gonorrea y hp por primera vez, e ilusionar planes futuros, pero sin rutas, factibilidades ni pasos, y con la poesía fácil y rudimentaria de alguien a los 15 años" - Sergio Ocampo
Foto: Gustavo Torrijos Zuluaga
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La sesión del pasado miércoles en el Senado de la República nos entregó la comprobación fehaciente, dramática, de que la política colombiana perdió toda altura, se volvió un juego amateur, un asunto menor, agenciado por unos líderes de muy poca monta. Ya venía así desde hace un buen tiempo y tuvimos advertencias claras: Duque presidente; el ingeniero Rodolfo en segunda vuelta; el No ganando la consulta sobre el proceso de paz; el uribismo inventando rayos homosexualizadores y sacando emberracada a votar a la gente. Pero con el Petro de los últimos dos años, ya sin antifaces, arribamos a la certeza absoluta de que el país entró en la senda de una política inviable, precaria, insignificante, y no por la falta de experiencia de los dirigentes, de cargos en sus hojas de vida, sino por su impresionante pequeñez moral, intelectual y hasta mental. Políticos en su pubertad, en la irresponsabilidad feliz de la minoría de edad y sus sueños húmedos, con ganas de rumba y de droga, de gresca con la pandilla del barrio contiguo, de decir gonorrea y hp por primera vez, e ilusionar planes futuros, pero sin rutas, factibilidades ni pasos, y con la poesía fácil y rudimentaria de alguien a los 15 años. Unos políticos ejerciendo la política como un cascarón, vacía de todo sentido y sin finalidad distinta al poder por sí mismo. Y al negocio mismo.

Aun más que Petro, Armando Benedetti es el calco más exacto de eso. Así, lo vimos el miércoles fungiendo de ministro mientras vociferaba y se iba casi a los puños contra el secretario del Senado tras el anuncio de que la consulta popular quedaba hundida por un par de votos. Igual o peor que su rudo espectáculo, fue el que se vio en un recodo del mismo salón, donde Miguel Uribe Turbay y la bancada de la ultraderecha saltaban gozosos y lanzaban gritos como si acabaran de ganar un partido de básquet, o un épico bonche de barrio. Desalentador por mezquino el mensaje de unos y otros, pues el Gobierno lejos de celebrar que obligó a recular a “la oligarquía” y la forzó a discutir y quizás aceptar mejores condiciones para los trabajadores, demostró tristemente que importa más, mucho más, la consulta misma, la movilización, la agitación preelectoral que esta promete, la plaza pública y televisiva por muchas semanas, que sus resultados. Petro en su salsa; siempre mejor en campaña que gobernando. Y los uribistas y afines, con su celebración afrentosa solo remacharon que esto es personal, de profundo odio, y que hay que hundir a Petro, cueste lo que cueste.

Unas horas antes, desde Pekín, la canciller veinteañera habló para la FM sobre el inicio de una nueva era de Colombia con ese país. Ante una pregunta sobre si el presidente la había increpado el día anterior por la redacción del comunicado oficial de adhesión a la ruta de la seda, respondió que todo estaba bien entre ella y Gustavo Petro, “duélale a quien le duela”. Los más altos agentes del Estado en la actitud rocanrolera y desenfada de un “sufre mamón, devuélveme a mi chica”.

Dos y tres semanas atrás, un anciano excanciller salió revelando en sendas cartas sobre la grave afición a los estupefacientes del primer mandatario, sobre cómo en giras internacionales llegaba tarde o no llegaba a las citas con sus anfitriones, y obligaba a mover todo el protocolo. O a suspenderlo. Sucedió en Chile, en Turquía, en París, donde parece que se perdió un par de días, y lo que dejaba sugerido el viejo en sus cartas era, o que se había ido de putas, o se había extraviado en los fumaderos de opio de los dédalos de Montmartre. En respuesta, Petro ni se afanó en explicar por qué había estirado sin necesidad, sin razón, dos días su viaje, su ausencia de Colombia, y conmovió a su fanaticada al decir “¿es que acaso no tengo hijas y nietas en París?“. Y más tarde en un discurso aseguró que solo es “adicto al amor” (¿no era al café?), y en un chiste flojo de muchacho al que le está llegando el acné aseguró que el viejito Leyva “ya no puede hacer eso”.

El tema de las desapariciones del jefe de Estado, afuera y aquí los fines de semana, ya era conocido. En varios episodios de estos tres años quedó en evidencia la dificultad de ubicarlo en momentos críticos o inclusive de conversar con él sobre temas urgentes. Hasta para sus ministros. El más claro fue el del incidente de los aviones con Trump cuando ese domingo trinó en la madrugada, devolvió deportados y luego Laura Sarabia y el embajador en EE. UU. tuvieron que maniobrar con la crisis. Solos. El jueves pasado, la ministra de Justicia, Ángela María Buitrago, renunció por las presiones de Benedetti y su conocida costumbre de traficar puestos. Y aclaró que desde febrero intentó hablar con Petro al respecto, pero fue imposible. La respuesta de Benedetti evidenció de nuevo el minúsculo personaje que es y su madurez mental: “es que la botaron y está muy ardida”. Y su parcero Petro lo respaldó contra la cucha mentirosa.

Dos meses atrás, tuvimos telenovela en horario premium, y vimos a un Gustavo Bolívar declarando su amor en vivo y directo al señor presidente. Un adolescente lanzado. Vimos a Susana anticipar su renuncia al Ministerio de Ambiente, por no poder sentarse en el mismo espacio que un agresor de mujeres; unos días después, Susana volvió calladita y la semana pasada el enamorado Bolívar le pidió a Petro “que se dieran un tiempo”.

Tocamos fondo con esta amateurización de la política, con estos enanos jugando a mandarnos, salvarnos, redimirnos. Y sin opciones, porque en un año se pueden rotar los papeles. Y si la renovación está en manos de un Miguel Uribe, de un Polo Polo o de un Daniel Rojas, el Mineducación, y a Petro le quedan quién sabe cuántos años como expresidente adicto al amor y al café, que Dios se apiade de nos…

Conoce más

 

felix correa chavarriaga(32221)20 de mayo de 2025 - 07:52 p. m.
que fetidez
Rodrigo E Ordonez(2908)20 de mayo de 2025 - 12:10 a. m.
"...Y si la renovación está en manos de un Miguel Uribe, de un Polo Polo o de un Daniel Rojas...", Queee desgracia!
Mauricio Murcia(05056)19 de mayo de 2025 - 11:37 p. m.
No estoy de acuerdo con su columna en nada
Alberto Rincón Cerón(3788)19 de mayo de 2025 - 09:49 p. m.
¡Excelente! Que Dios se apiade... Gracias, Sergio Ocampo Madrid.
Virginia Rozo(49035)19 de mayo de 2025 - 08:43 p. m.
Le faltó Daniel Quintero...
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