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Debate de apariencias

Sergio Otálora Montenegro
29 de enero de 2022 - 05:00 a. m.

Nada más lejano de la realidad que los debates para ver quién tiene la fibra, el valor, el conocimiento, o la labia para ser el próximo presidente de Colombia. Afuera, en la calle o en el monte, en las regiones, la cosa es a otro precio. Allá la política, para los civiles, es un acto diario de sobrevivencia. Una lucha para tratar de expresar una idea, un proyecto, en medio de las balas. En el intento, todas las semanas sin falta, con la precisión a la que nos tiene acostumbrados la guerra sucia, es asesinado un líder popular, indígena o campesino, o guerrillero desmovilizado.

En el escenario había nueve personas, entre candidatos y precandidatos. Entre ellos dos mujeres, dirán que un avance, pero no olvidar que, en la glaciación de 1974, en aquella remota campaña presidencial, había también una mujer: la capitana, la hija del general, la Nena, María Eugenia Rojas de Moreno-Díaz. Y Álvaro Gómez, el hijo de Laureano, y Alfonso López Michelsen, el hijo de… Y la UNO, la Unión Nacional de Oposición, pegada con las babas de la patria boba de la izquierda de ese entonces. En fin, 48 años después, en el debate organizado por El Tiempo y Semana (dos almas siamesas en la común tarea de engañar a sus lectores/usuarios) hubo sólo un delfín, si así se le puede llamar: Juan Manuel, el hijo de Luis Carlos Galán.

Y aquí un pequeño paréntesis. Al mayorcito del inmolado fundador del Nuevo Liberalismo le ha dado por comparar el exterminio de la Unión Patriótica con la tragedia del movimiento fundado por su padre. Los dos sin duda sufrieron el embate de la violencia, pero tratar de pintar a la disidencia liberal – que después ingresó al oficialismo por la puerta grande del turbayismo – con los mismos trazos de la agresión sistemática y de largo aliento contra un movimiento de izquierda que perdió al 90% de su dirigencia nacional y regional, y sus bastiones electorales fueron diezmados a punta de masacres, no sólo es de un grotesco oportunismo, sino un irrespeto con las víctimas.

Sigamos. En el debate, Francia Márquez fue la única precandidata, y lideresa de valientes y riesgosas luchas, en dejar en claro que, en medio de la verborrea, de los ataques de utilería, de la farsa de los supuestos adalides de la lucha contra la corrupción, había un país destrozado por la guerra, un pueblo del que ella viene, las comunidades negras, los indígenas, agobiado por la pobreza y la discriminación y también dispuesto a cambiar las condiciones de su existencia.

Fue la única en realidad que no tenía el enorme rabo de paja de las incongruencias, hipocresías y piruetas retóricas del resto de sus compañeros de debate. Su presencia diáfana, su claridad conceptual salida de su propia vida, su elocuencia para describir lo que ha sido el poder dominante que ha sometido a su comunidad, su sencillez para expresar las respuestas a esos años de opresión, las reivindicaciones necesarias para salir de ese ciclo de miseria y violencia, fueron un saludable y evidente contraste con los demás contendientes.

Por supuesto, Gustavo Petro fue el objetivo claro de la artillería pesada de sus adversarios. Fico Gutiérrez volvió con su retahíla del guerrillero con sus manos manchadas de sangre, y en un momento peripatético, casi de melodrama, Oscar Iván Zuluaga, con tono de indignación, le dijo al exalcalde de Bogotá que no permitía que llamara a Uribe paramilitar. ¡Semejante exabrupto! Y Sergio Fajardo se quejó, con la amargura del hermano menor matoneado por el mayor, de que Petro lo había tratado muy mal, trapeado y barrido con él, y que nunca sería su ministro de educación.

Ah, y el enfrentamiento entre Íngrid Betancourt y Alejandro Gaviria. Él la calificó de oportunista y de querer mostrar superioridad moral. Y también le dijo mentirosa. Y Francia Márquez al final la puso en su sitio: Íngrid se acuerda del país cada cuatro años, cuando toca hacer presencia a ver si al fin le suena la flauta.

Petro, en su habilidad para escabullirse de sus inconsistencias, nunca respondió sobre sus intentos de aliarse con políticos corruptos relacionados con el paramilitarismo. Dijo unas cuantas verdades, pero ese elefante no pudo irse de su lado.

Si un extraterrestre hubiera aterrizado en ese escenario de la política nacional, habría concluido que en Colombia nos tratamos mal, nos insultamos, nos ofendemos, pero, a fin de cuentas, todos tan amigos, tan queridos, y posamos para la foto como si no hubiera pasado nada.

Cauca es un polvorín. El mismo día del debate presidencial asesinaron a Albeiro Camayo, fundador de la guardia indígena. Las disidencias de las Farc, el Eln, el narcotráfico, los paramilitares, siguen siendo los amos del plomo y la ignominia, y en el medio la dirigencia regional, que aprovecha esos poderes ilegales para sostener y reproducir su poder. Ahí es donde está el debate de verdad, los alcances y limitaciones de la “democracia más antigua del continente”.

“La alianza digital entre El Tiempo y Semana” es parte de esa ficción de cada cuatro años, cuando se dan cita las diferentes fuerzas políticas en una demostración de civilidad y tolerancia. Dos medios de comunicación especialistas en el ocultamiento organizan un debate de apariencias. Por fortuna, estuvo Francia Márquez quien, con valor y entereza, mostró la trasescena, lo que no es posible ocultar, lo que el electorado debe tener en cuenta a la hora de escoger a sus gobernantes. Tengo la impresión de que no está arando en el desierto.

De ñapa: En el debate de El País, Caracol y la W, fue evidente que Gustavo Petro propuso las ideas más polémicas, de grandes repercusiones para el país, tanto a nivel nacional como internacional. La suspensión de la exploración petrolera (que no la explotación, que seguiría por doce años más), la protección a sectores clave de la producción manufacturera y agrícola, el desmantelamiento pacífico del narcotráfico y la profundización del Acuerdo de Paz de 2016, son todas propuestas que sin duda podrían cambiar el modelo económico y la política internacional de Colombia. Habrá que ver los resultados de marzo, cómo queda conformado el Congreso de la República, y quiénes serán, al final, los candidatos que se midan en las presidenciales. Impresionante la insularidad de este debate: es como si Colombia fuera una isla autárquica: ni una sola pregunta sobre la relación del país con el resto del mundo, y con Estados Unidos, que ha determinado, en gran medida, las políticas de guerra y de paz de los últimos sesenta años y de los diferentes gobiernos que han pasado por el “solio de Bolivar”.

 

Felipe López(dw15k)29 de enero de 2022 - 10:15 p. m.
Excelente columna.
PEDRO(90741)29 de enero de 2022 - 10:00 p. m.
Cuenta regresiva: faltan 190 días para que termine este arrogante gobierno. Consulte e investigue la vida pública y política de sus candidatos.
Atenas(06773)29 de enero de 2022 - 09:37 p. m.
Los lugares comunes de estos q' de muy lejos y amargados opinan. Sí, con aires de sapiencia y de envidiable erudición, como siempre acostumbraron opinar, se fajan tal sartal de opiniones uniformadas q' x la borda echaron la esperada objetividad, seriedad y veracidad esperada de EE. Y de allí q' como medio no pesa y x ello no es tenido en cuenta, y ni solo lo intenta, pa un debate de esos. Lo cagaron
hernando(26249)29 de enero de 2022 - 08:21 p. m.
Petro es pésimo economista. Los aranceles q propone nunca han funcionado (tampoco con Trump). Hay q mejorar productividad en industria y campo pa ser globalmente competitivos: mas y mejores empresas. Mejor q Petro siga d charlamentario. Bien las denuncias d Francia, pero no hace propuestas concretas.
Sergio(3490)29 de enero de 2022 - 08:00 p. m.
Peri: alrededor, que pasea mientras conversa, es el sentido completo de esa palabra de los griegos que ud. confunde. En la columna vecina, Esteban Carlos le explica cuál fue la palabra que ud quiso usar para decir lo que ese columnista sí supo decir de ese personajillo que quiso defender entre lágrimas el Zurriaga. Patético en sus dos acepciones.
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