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Una reliquia que destruye al mundo

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Sergio Otálora Montenegro
12 de abril de 2025 - 05:00 a. m.
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MIAMI.- Está incrustada en la Casa Blanca, huele a naftalina, y ve al mundo con las antiparras de la década de los cincuenta. Su estilo es redundante, repujado, repleto de oro y decadencia. La Oficina Oval, que solía ser un espacio sobrio, ahora está llena de baratijas doradas, importadas de esa lobería infinita llamada Mar-a-Lago el refugio (localizado en la Florida) del mago para navegar por entre las trampas del poder y salir a flote con un solo objetivo entre pecho y espalda: dominar al mundo. O forjarlo a su anticuada manera que, en otras palabras, significa destruirlo.

Una reliquia, además, trepada en el pedestal de su infinita ignorancia. Este personaje no delira. Es algo más sencillo y letal: miente. Lo ha hecho desde que tuvo uso de razón - si a semejante estulticia se le puede llamar de esa manera - y construyó su propio camino al “éxito”, la “fama” y la “riqueza” bajo ese signo de la falsedad sin límites y sin remordimientos. Desde hace treinta y pico de años se le metió en la cabeza que a Estados Unidos lo estaba tumbando medio mundo. Para empezar, la OTAN, un club de países decadentes y chupasangre, que vivían de la opulencia de su aliado ultrapoderoso, el único capaz de sostener guerras simultáneas, con armamento, soldados y billete. Mucho billete. Recostados. Abusivos. Había que pasarles una larga cuenta de cobro que debía costar miles de millones de dólares.

Y la Unión Europea, alianza creada para lastimar y esquilmar al socio que ha sido tratado de manera injusta durante décadas. Para este sujeto especialista en tragarse e intoxicarse con sus propios cuentos, la globalización es una patraña, el comercio una forma de aprovecharse de la riqueza de “America”, país generoso que abrió sus puertas a todos las naciones y productos del otro lado del Atlántico que inundaron sus almacenes y sus calles con carros de Alemania, Japón o Inglaterra.

Y ni hablar de la China, el gran enemigo, al que hay que exprimirlo y dejarlo en la lona. Al sujeto en cuestión sus aulicos no le dicen -para no indisponerlo, porque, entre otras cosas, decidió gobernar en su segunda entrada al ruedo como un rey, envalentonado por los fallos de la corte y el oportunismo de sus supuestos amiguitos ultramillonarios- no le informan que Estados Unidos ya no es el mismo de los cadillacs y los mustang; de las minas de carbón y la segregación racial; de todo Made in USA, desde un par de medias, hasta los teléfonos, los equipos de sonido, los televisores, y las naves espaciales. Todo hecho en casa, con la creatividad de los blancos, sin invasiones de seres extraños, todos monitos y ojiazules, como en las peliculas. Los negros, por lo tanto, son un accidente de la historia. Y ni hablar de los latinos.

Cuando lo que le corre por la cabeza es esa mezcla explosiva de conspiraciones, paranoia, engaños, estafas, abusos, ambición desbordada, narcisismo, fobia al conocimiento, racismo, frustración, resentimiento y rabia, no queda más remedio que ver el mundo como un eterno reality de ganadores y perdedores, de vivos y estupidos, de fuertes y pusilanimes, de millonarios y buenos para nada. Es la receta perfecta para destruir al mundo real, bajo la pretensión de recuperar el terreno perdido, de reivindicar lo que de verdad vale, lo importante, volver a la era dorada, al mundo imaginario de este bribón temperamental, con un talento inusitado, miedoso, para envolver, engatusar, y caer parado.

Y por cierto que la suerte le ha ayudado. Una fiscal en Georgia que seguia uno de los casos criminales del hoy presidente, terminó envuelta en un romance indebido; una jueza que resultó más cómplice y debil que cualquiera de los subalternos del acusado; un presidente senil, que incumplió su promesa de dejarle el espacio libre a una generación de relevo, un partido que no fue capaz de imponer sus liderazgos. Unos capitalistas sin principios, incrédulos, arrogantes, que están aprendiendo a las malas -después de perder billones y billones de dólares en cosa de tres días - que este sujeto es una de las figuras más irresponsables, caóticas y despreciables que ha dado la política gringa en toda su historia.

Está destruyendo al sistema desde adentro. Al orden internacional, y al capitalismo estadounidense; su economía era la más próspera y vital del G7, a pesar de sus problemas de inflación y de inequidad. Los recortes a machetazo limpio de la burocracia federal han dejado una herida profunda dificil de cerrar. Y ya es real la posibilidad de una recesión, el aumento en los precios en toda clase de productos, y la caida del producto interno bruto.

El gran decadente no entiende de inteligencia artificial, automatización ni tecnología. No sabe dónde está la potencia y la creatividad de la economía gringa. Tiene, eso sí, obsesiones: inventarse pomposos desfiles militares ajenos a la traidición de este país; ajustar cuentas con sus enemigos mediante la utilización de todos los poderes del estado, y ante el malestar que ya anda por las calles, y que se agudizará a medida que esta reliquia insista en sus ideas anticuadas, peligrosas y sobre todo destructivas, ensayará formulas autoritarias, dictatoriales, bajo la complicidad de sus alzafuelles.

¿Hay escapatoria? Claro que sí. Este país es muy diverso, con profundas reservas democráticas y Estados con gobiernos progresistas que resisten y resistirán los embates del totalitarismo. Y la oposición se reconstruirá pero sobre todo habrá un ejército inmenso desencantados, traicionados y con el agua al cuello que se encargará de poner las cosas en su sitio y quitarle oxígeno a este movimiento fascistoide, con un líder que, espero, ya no podrá caer parado.

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Julio Cesar Garcia Pabon(32719)13 de abril de 2025 - 02:38 a. m.
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Danigomez(93244)12 de abril de 2025 - 03:24 p. m.
Qué gran columna. Estados Unidos, país que, con todo y sus defectos y sus muchas extra limitaciones históricas, ha sabido progresar como nunca, ha caído en manos de lo peorcito; un presidente delincuente, mentiroso, tramposos y, sí, hasta lobo! Pero esa democracia seguro sabrá recuperarse de este golpe que ya empieza a mostrarse como es; un error histórico!
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