El peligro de una historia incompleta

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
Sorayda Peguero Isaac
18 de febrero de 2018 - 08:10 p. m.
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

París, 25 de enero de 2018. 

Chimamanda Ngozi Adichie es la invitada de honor en la sesión inaugural de La noche de las ideas. El evento de intercambio cultural se celebra en el Ministerio Francés de Asuntos Exteriores, donde la escritora nigeriana conversa con la periodista francesa Caroline Broué. En un punto de la charla, la periodista le pregunta si sus libros –galardonados con importantes premios y traducidos a 30 idiomas– se leen en Nigeria. Luego le pregunta: “¿Hay librerías en Nigeria?”. El público empieza a murmurar. La periodista intenta explicarse mejor. Dice que los franceses no hablan mucho de Nigeria, pero que, cuando lo hacen, hablan de Boko Haram, de violencia y problemas de seguridad. “Me gusta su presencia porque nos habla de otra Nigeria, de facetas desconocidas –dice Broué–, por eso le pregunto: ¿Hay librerías en su país?”.

Adichie es una entusiasta embajadora de la moda nigeriana. Viste una chaqueta de la diseñadora Kiki Kamanu, larga hasta los tobillos y con ribetes en las costuras color verde pistacho. Pantalón ajustado, estampado con hojas rojas y blancas, y zapatos de tacón alto. Piensa que la pregunta de la periodista está por debajo del nivel intelectual que mostró en las anteriores, y no tiene la impresión de que se trate de una pregunta irónica. “Creo que es un reflejo muy malo de los franceses que usted me tenga que hacer esa pregunta. Lo creo de verdad. Mis libros se leen en Nigeria. Se estudian en las escuelas, no solo en Nigeria sino en toda África, y significa mucho para mí”, responde Adichie. El público reacciona con aplausos.

Caroline Broué también mencionó El peligro de la historia única, la primera charla TED dictada por Adichie en 2009. Adichie cuenta realidades complejas de manera sencilla. Algo que solo se consigue ahondando en un tema hasta transformarlo en un pensamiento claro y profundo, expresable con un lenguaje accesible. En su magistral charla, que ha sido visualizada más de tres millones de veces, Adichie habló de las historias fragmentadas que reducen un país a un puñado de prejuicios, de sus años como estudiante en Estados Unidos, donde emigró cuando tenía 19 años con una beca para estudiar Comunicación y Ciencias Políticas, de su compañera de cuarto en la residencia universitaria, que no podía creer –¡por Dios bendito!– que una nigeriana supiera qué es una estufa y que cantara canciones de Mariah Carey en perfecto inglés.

Es posible que Caroline Broué quisiera provocar a los franceses que tienen una visión limitada de Nigeria. Pero como bien dijo Adichie en un post que compartió con sus seguidores de Facebook, Broué pudo plantear su pregunta de un modo distinto: “¿Es difícil tener acceso a los libros en Nigeria?”.

La diferencia entre la pregunta de Broué y la que sugiere Adichie está en esa pequeña virtud llamada delicadeza. Adichie le contó a la periodista que cada vez que viaja a Francia, los agentes de migración miran su pasaporte nigeriano con desdén y retrasan su salida del aeropuerto para preguntarle cosas “estúpidas”. Y le sucede a ella, una celebridad de la literatura contemporánea que viaja con su documentación en orden, invitada por instituciones culturales francesas. Quienes hemos nacido y crecido en países conocidos como pobres, subdesarrollados o tercermundistas, estamos expuestos a cierto tipo de preguntas. Hace dos meses, en el aeropuerto de Barcelona, después de decirle a un policía que venía de Santo Domingo, la capital de mi país, me preguntó si traía “sustancias” en mi equipaje.

Ni la sobreabundancia de información ni todas las librerías del mundo servirán de mucho si hurgamos siempre en los mismos cajones, repasamos los mismos datos, las mismas postales y los absurdos clichés que nos mantienen estancados en los estereotipos. Si no somos capaces de ver más allá de las historias incompletas que nos han contado, y que nos seguimos contando a nosotros mismos, anulamos cualquier posibilidad de entender que “el otro” es una ilusión, “los otros” somos nosotros.

sorayda.peguero@gmail.com

Conoce más

 

Sin comentarios aún. Suscríbete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.