A Johnny Carter lo sacaba del tiempo. No porque lo llevara a un estado de suspensión vital. Lo que le ocurría al saxofonista de El perseguidor, el cuento de Julio Cortázar, era que la música lo introducía en un tiempo distinto: “Yo me di cuenta cuando empecé a tocar que entraba en un ascensor, pero era un ascensor de tiempo, si te lo puedo decir así. (…) En esos momentos la hipoteca y la religión eran como el traje que uno no tiene puesto; yo sé que el traje está en el ropero, pero a mí no vas a decirme que en este momento ese traje existe”.
Hay diferentes maneras de entrar en un ascensor. Vamos a ver si se acuerdan de esta. Para...
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