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Lena Dunham no deja de desnudarse. Volvió a hacerlo en el estreno de la nueva temporada de Girls, la serie de la que es guionista, protagonista y directora. A menudo, la gente le pregunta cómo puede tener la valentía de aparecer desnuda ante las cámaras. Dunham asegura que no es más que una manera sutil de preguntarle lo que en verdad quieren saber: cómo puede tener la valentía de mostrar su cuerpo imperfecto en pantalla.
La primera vez que Dunham grabó una escena de sexo sintió que su cuerpo era un instrumento más para contar una historia. No le importaba si se veía más o menos atractiva. No se sentía bonita, pero tampoco sentía desprecio por sí misma. Dunham tenía 24 años cuando la cadena estadounidense HBO le pidió que creara una serie que reflejara la vida de cuatro mujeres de su generación. Decidió que su manera de mostrar el sexo en televisión debía romper con una tradición que la sacaba de quicio. Estaba acostumbrada a ver imágenes de sexo que le transmitían un mensaje deprimente: “Nuestras sábanas no están bien. Nuestros movimientos no están bien. Nuestros cuerpos no están bien”.
En 2010, Dunham escribía sus esfuerzos por perder peso en un diario. En una de sus anotaciones reconoce que parecer perfecta ante los demás se estaba convirtiendo en una obsesión destructiva. En los años de la escuela primaria, su madre le decía que podía jugar con su Barbie si tenía en cuenta que estaba desfigurada. En el bachillerato, un chico le dijo que parecía “una bola de jugar a los bolos con gorro”. El problema de Dunham no era cómo se veía a sí misma, sino cómo la veían los demás.
Nuestra percepción de la desnudez está afectada por todas esas películas y series de televisión en las que es impensable que una mujer como Dunham aparezca desnuda. Ella no es el tipo de chica que uno espera ver: su cuerpo es más parecido al de una musa de Rubens que al de un ángel de Victoria’s Secret. No estamos preparados para dejar de fantasear con una desnudez idealizada.
Cuando era niña, Dunham estaba fascinaba con unas tiras cómicas que su abuela recortaba del diario Hartford Courant para complacer a su nieta. Se sentía identificada con Cathy, un personaje que amaba la comida y que no tenía éxito con los hombres. Cathy era un espejo en el que Dunham podía mirarse.
Si las expresiones artísticas son un reflejo de la vida real, ¿de dónde proviene el desconcierto que provoca la desnudez de Lena Dunham? Será porque no se parece en nada al ideal de belleza que aclamamos, porque cuando se quita la ropa luce demasiado natural, porque es imperfecta, como nosotros.
sorayda.peguero@gmail.com
