Clarice Lispector está sentada en su sofá con la máquina de escribir encima de las piernas. Le gusta escribir así para que sus hijos sientan que tienen una madre que cuando trabaja sigue estando accesible. Hoy la embarga “un profundo cansancio de la lucha” —los dominicanos usamos la expresión “coger lucha” para referirnos a la extenuación de las fuerzas que provoca la brega con algo o con alguien—. Digamos que esta tarde de cielo sereno y salpicado por nubes muy pequeñas y muy blancas Clarice Lispector se cansó de coger lucha. Agotada por las horas de encierro en su apartamento decide que necesita, con carácter de urgencia, un acto gratuito.
Lee este contenido exclusivo para suscriptores
Lo que tú quieras
16 de abril de 2022 - 05:30 a. m.