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Mi amor

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Sorayda Peguero Isaac
22 de enero de 2022 - 05:30 a. m.
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La vibración de la música sacude los cristales de las ventanas. Conmocionadas por la bulla y sin habernos quitado la confusión del sueño, salimos disparadas a mirar el monitor de la cámara de seguridad. Es casi la una de la madrugada. Delante de la casa hay un Mazda blanco que a ninguna de mis hermanas le parece conocido. Cuando se abre la puerta del copiloto, vemos a un muchacho que sale del carro. Mi hermana pequeña acerca su cara al monitor y dice: “Pero, ven acá, ¿ese no es el chamaquito del colmado? ¿Y ese maldito kitipó?”.

La jerga de la isla se renueva a una velocidad que no alcanzo. No sabía que a los amplificadores de sonido que les adaptan a los carros ahora los llaman kitipó. Intuyo que el reguetón que está sonando no es de los más nuevos. Mi memoria lo sitúa a mediados de los 2000. Creo que se llama Mayor que yo.

El chamaquito del colmado se recuesta del capó con un cuadre de legítima chulería. En cuanto al conductor, solo vemos la visera de su gorra. A mi hermana se le ocurre asomarse a una ventana para decirles que bajen el volumen o que se vayan de ahí en bola de humo, “porque si papi sale de su cuarto y encuentra ese teteo en frente de la casa, se va a transformar en Goku prendío en candela”. Esa me la sé. Teteo: fiesta que suele celebrarse en plena vía pública. Una práctica que los criollos han exportado —con kitipó incluido— a calles de Washington Heights y descampados de Barcelona.

En horas menos sospechosas, el chamaquito del colmado trae los mandados a la casa. Estaciona su motor cerca de la ventana que da a la cocina y vocea: “¡Colmado!”. Es su manera de avisar que el pedido que hicimos por teléfono está aquí. Tiene unos ojos enormes y un gesto seductor en los labios que hace que parezca que está sonriendo incluso cuando no lo hace. Antes de que empezara a distinguir mi voz de las de mis hermanas, mostraba cierta curiosidad: “¿Y cuánta hija e que tiene la doña?”. Le dije que soy la que está de visita. ¿Eso me hace responsable de que en lugar de llamarme por mi nombre me llame “mi amor”? De ninguna manera. Aquí es muy habitual. “Hola, mi amor”; “¿Cómo te va, mi amor?”; “Pero, mi amor, ¡cuánto tiempo que no te veía!”. Yo también empecé a llamarlo “mi amor”.

Mi hermana regresa a la habitación reprimiendo una carcajada que explota en una frase: “¡Te busca tu menor!”. Al escuchar que el chamaquito del colmado preguntó si puedo asomarme un momento, mi mamá, que acaba de aparecer en escena, me fulmina con sus ojos de aguja. No le veía esa mirada desde que yo era adolescente y hacía coreografías para canciones de Ivy Queen que bailaba en fiestas de marquesina. “Hazme el favor de decirle a ese muchacho que se vaya de aquí con su música del demonio”.

La doña está convencida de que el reguetón fue inventado por seres del averno. No es el momento de preguntarle si de verdad piensa que esa música nos está embromando la realidad o si, por el contrario, está nombrando una realidad que ya existe, en el corazón de los barrios que acogen a los príncipes del blin blin. Más allá de que a uno le guste o no, de que se la goce o la odie, esa música está en el ambiente y su lenguaje, muchas veces provocador y sexualmente explícito, avanza con la velocidad de un tren rápido, hablando de aquello que algunos preferirían mantener a la misma distancia que un contenedor de basura maloliente.Un “honorable” cardenal dice: “Yo no hablo con maricones”, y no pasa nada. Sin embargo, de la decadencia del lenguaje se culpa siempre a los mismos, con esa fobia moral que despierta lo que consideramos totalmente opuesto; con el atrevimiento que nos invita a condenar lo que no queremos mirar de cerca. Hablando de mirar de cerca… No le he dicho a la doña que acepté una invitación a un teteo. Ni mucho menos que será en un barrio conocido por su mala prensa: Brooklyn. No tendremos esa discusión esta noche. En la ventana me espera “mi amor”.

sorayda.peguero@gmail.com

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Javier(nnzwx)23 de enero de 2022 - 01:59 a. m.
I'm you love Babe
Humberto(4444)23 de enero de 2022 - 01:05 a. m.
Mi amor escribes lindísimo.
Magdalena(45338)23 de enero de 2022 - 12:58 a. m.
Regueton es el sentir de una sociedad, su lenguaje es provocador ,rebelde contra el orden impuesto a los jóvenes actuales. Expresiones como estas han sido usuales en todas las épocas de la humanidad.
horacio(76762)22 de enero de 2022 - 10:59 p. m.
El chamaquito nunca se te olvidará.
Contrapunteo(18670)22 de enero de 2022 - 05:33 p. m.
No permitas que la gente te diga que por escuchar regueton vales menos: ESO TÚ A TU EDAD, YA LO DEBERÍAS SABER.
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