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Saudade de la que no está

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Sorayda Peguero Isaac
16 de agosto de 2025 - 05:05 a. m.

A mi papá se le ocurrió fundar un equipo de softbol llamado Los Añejos. Dibujó el logo del uniforme en un fólder amarillo: una A cursiva escrita con la caligrafía delicada que le enseñó su maestra Fabiola. Todos los integrantes del equipo eran hombres mayores de 40 años. Yo estaba empeñada en no perderme un solo partido, sobre todo si se celebraban en el play grande. El mar estaba muy cerca. Mami siempre me prestaba un abrigo azul para que me protegiera del sereno. Ayer, cuando volví a sentarme en las gradas del campo, la visión de un grupo de niños jugando béisbol me devolvió una imagen distorsionada de aquellos años. Por un...

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Alfredo Rojas Otálora(44610)18 de agosto de 2025 - 04:55 a. m.
Me encanta la sensibilidad con que escribes. Esa capacidad de asombro es lo que hay que ayudar a que los niños experimenten para que luego dominen su mundo, y ese retorno a la juventud que buscamos las persona mayores debe ser así, como retomar el asombro de los niños para recobrar esa capacidad de redescubrir el mundo. Bello unir esos dos extremos de la vida...Felicitaciones por esta linda columna.
Edgar Salamanca(40706)17 de agosto de 2025 - 04:33 p. m.
Lo comparto totalmente.
Álamo(88990)17 de agosto de 2025 - 03:30 a. m.
¡Gracias por la belleza!
Alberto Rincón Cerón(3788)17 de agosto de 2025 - 01:16 a. m.
Pura poesía. Me ha llegado profundamente. Gracias, Soraya Peguero Isaac.
Maribel Martinez(27840)17 de agosto de 2025 - 12:08 a. m.
Me gusta la playa y el océano más que el mar cercano a la playa por eso será que no me decido a vivir en un pueblo costero en dónde sería precioso morir.
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