El coleccionista Jan Krugier escapó de los nazis haciéndose el muerto. Había llorado la desaparición de su hermano en el campo de exterminio de Treblinka, la muerte de su madre cuando era un niño de cinco años y la de su padre, que tuvo la osadía de enfrentarse al ejército del Reich. Después de conocer la cara más oscura de la humanidad, Krugier llegó a la conclusión de que solo en la belleza podía encontrar consuelo. En medio de una pesadilla de la que no salió indemne, cerró los ojos y recordó el consejo de su padre: “Cuando estés desesperado y ya no encuentres salida, piensa en algo bello, en algo noble, y el mundo se...

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