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Una canción para Paula

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Sorayda Peguero Isaac
30 de septiembre de 2023 - 02:05 a. m.
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Ella estaba sentada en una butaca del Madison Square Garden cuando Rubén se acercó tendiéndole la mano. No le dijo a dónde la llevaba. Mientras caminaban por la parte trasera del escenario, el tacón de uno de sus zapatos se enredó con un cable. Había un hombre con gafas de aviador apoyado en la puerta del camerino, vestido con traje y corbatín azul. Se pararon delante de él y, mirándola a los ojos, Rubén le preguntó cuál era su cantante favorito. “Héctor Lavoe”, respondió ella. “Héctor: te presento a Paula, mi novia”. El Cantante soltó una carcajada y le dijo a su colega: “Brother, a ti ni tu novia te prefiere”.

Rubén se presentó un día en el trabajo de Paula. Abrió la puerta de la tienda de manualidades y preguntó por la muchacha italiana que era admiradora suya. ¿Italiana? Esa mujer de pómulos altos y melena de anuncio de champú no era italiana. Venía de una familia de ascendencia irlandesa. ¿Su admiradora? Paula no sabía quién era Rubén Blades, que entonces cantaba con Ray Barretto y repartía el correo de la discográfica Fania. No tenía un peso, pero decía que iba a ser actor en Hollywood y un cantante muy famoso. Paula miró de reojo a su compañera de trabajo, su amiga Karen. “Parece que se metió un loco en la tienda”.

Comenzaron a dar largos paseos por la ciudad de Nueva York. Punto a favor de Rubén: sabía cómo hacerla reír. La llevó a Panamá y le habló de su abuela Emma, una de las mujeres más importantes de su vida. Paula alentaba sus inquietudes intelectuales, era licenciada en Literatura Inglesa y Filosofía, era curiosa y brillante. Cuando se quiebra un amor así, la caída puede ser terrible.

Llegó el día de la gran pelea. Después de que Paula lo botara de su apartamento, Rubén metió sus motetes en tres bolsas de basura y se largó. Una noche de ese mismo año, 1978, ella estaba escuchando un programa en la radio. Durante la programación, el locutor anunció un tema nuevo de Rubén Blades. Paula subió el volumen y se acercó a la ventana que daba a la calle 82.

Rubén estaba cambiando. Su cabeza sabía lo que quería, ¿pero lo sabía su corazón? Parece que la separación le estaba enseñando que amar a una mujer es una cosa muy seria. No había un sentido oculto en la canción que Paula seguía escuchando en su apartamento aquella noche. Paula C era ella, Paula Campbell. Por primera vez en mucho tiempo, escuchaba una composición que él no le había cantado antes, a ella sola, con el único acompañamiento de su guitarra. La escucharía muchas veces, pero nunca tuvo ocasión de ver a su segundo cantante favorito interpretando esa melodía que la persigue. Cuarenta años después, cuando sale a caminar por su barrio del West Side Manhattan, la gente le sigue preguntando: “Oye, Paula: ¿cómo está Rubencito?”.

sorayda.peguero@gmail.com

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DIEGO(88002)02 de octubre de 2023 - 04:04 p. m.
Sorayda Isacc, me encantan tus historias, que delicia.
Orlando(65891)02 de octubre de 2023 - 01:58 p. m.
Tremendo cuento! Bravo Sorayda, que alegría leerte.
Alamo(88990)01 de octubre de 2023 - 03:34 a. m.
¡Bella perversidad! Gracias por cantar esos Cantantes.
Maryi(41490)30 de septiembre de 2023 - 11:15 p. m.
Bella historia de una canción...
Alberto(3788)30 de septiembre de 2023 - 09:28 p. m.
Historia muy bien escrita, Gracias.
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