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EN 1985 EL M-19 SE TOMA EL PALA-cio de Justicia. Tras 28 horas de fuego y de una feroz retoma por cuenta de la fuerza pública queda un saldo de 55 muertos y 11 desaparecidos.
Durante 1986 la recién creada Unión Patriótica pierde a 300 personas, masacradas todas. Sus dirigentes acusan a un grupo de militares de la elaboración del “Plan Cóndor”, con el que se pretende la eliminación de sus líderes. En el mismo año es asesinado el periodista Guillermo Cano, que nada tenía que ver con la UP, pero que fue el primero en señalar el poderío de los narcos.
En 1987 se realiza un multitudinario paro cívico concertado por movimientos campesinos. Meses después del paro se registra el asesinato de casi todos sus organizadores. Aparecen en prensa las primeras referencias a “escuadrones de la muerte”, que en Medellín y Cali se encargan de “limpiar” el ambiente, eliminando indistintamente potenciales comunistas. Caen cientos de sindicalistas y defensores de derechos humanos. Es abatido en una carretera el presidente de la UP Jaime Pardo Leal. Y entre otros, es ultimado en Medellín Héctor Abad Gómez.
Entre 1988 y 1990 asciende vertiginosamente el número de víctimas civiles, sean funcionarios del Estado, dirigentes, militantes, simpatizantes de la UP, de los partidos tradicionales, miembros de sindicatos o de organizaciones sociales. Grupos de paramilitares, con la colaboración de miembros del Ejército y financiados por ganaderos, empresarios, políticos y narcos, cometen alrededor de 30 masacres: La Rochela, Cimitarra, Segovia, Caño Viejo (…)
En síntesis, lo mínimo que se puede decir es que entre 1985 y 1990 en Colombia germinó la violencia reciente.
Otra cosa opina el Congreso y en él quienes se opusieron a que la ley de víctimas incluya entre sus consideraciones todo lo que ocurrió en esos casi dos mil días en los que el terror azotó al país. En adelante, y sin justificación alguna que resista la mirada historiográfica, las víctimas lo son desde 1991. Y ello dizque como “homenaje a la Constitución”.
Si la ley de víctimas pasa como va, con seguridad estaremos ante un olvido más que se decreta.
