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Duzán camina la palabra

Tatiana Acevedo Guerrero
26 de junio de 2022 - 05:30 a. m.

Me cuenta un estudiante que dedicará los años de tesis a estudiar las cosechas de bonos del carbono en el país. Los bonos del carbono son un mecanismo internacional creado para compensar las emisiones que hacen los países industrializados y que impulsan el cambio climático. Para preservar los bosques se emiten bonos, y la mayoría de estos bosques están en la zona ecuatorial, incluyendo a Colombia. Hoy, sin embargo, hay intermediarios que controlan estos mercados de carbono. En el Pacífico, el Guainía, la Orinoquia, el Guaviare se les conoce como “Carbon Cowboys”. En pocas palabras, se trata de mafias, que como toda mafia regula informalmente el mercado (en este caso de bosques). Estos hombres negocian en el futuro, pactando con comunidades con base en especulaciones, precios y promesas. Son peligrosos, porque se hace negocio sobre la base de imprecisiones y especulaciones. Mientras los empresarios en el norte global pueden asegurar el crecimiento económico sin límites ni pérdidas, la comunidad recibe poco. Pese a que comunidades indígenas y afrodescendientes tienen títulos de la tierra, comunidades campesinas sin propiedad clara y formal sobre la tierra podrían tener más que perder.

El estudiante confiesa que con su investigación cultivará las semillas que sembró el episodio que sobre el tema realizó María Jimena Duzán en la emisión de “A Fondo”. Me sorprende confesarle que todo lo que sé sobre el tema de los bonos y las especulaciones con base en bosques lo aprendí escuchando también a Duzán.

En general, durante un período de cacofonía y saturación, el programa diario nos proveyó entrevistas, monólogos y reflexiones decantadas e inspiradoras. Fue revelador el seguimiento cuerpo a cuerpo del Centro Coalición Esperanza y su posterior implosión. Reveladoras también las entrevistas a los baquianos en el análisis político de César Caballero, Francisco Gutiérrez-Sanín y Daniel Coronell. Estuvieron imperdibles las conversaciones largas con Rodolfo Hernández, Íngrid Betancourt, Sergio Fajardo, Alejandro Gaviria y Gustavo Petro. Pero, sobre todo, los perfiles y discusiones con Aída Avella, Francia Márquez y Jineth Bedoya que serán fuente de conocimiento e inspiración para distintas generaciones de mujeres.

“¿No es verdad?”, pregunta María Jimena a sus entrevistadas cuando quiere poner de relieve sus propios puntos de vista. A diferencia de tantos y tantas otras, se trata de una periodista que ha caminado sus palabras. Conoce el país, tiene certezas y poca paciencia para machismos diarios y clasismos arraigados en la ciudad, el país y el periodismo.

Frente a su oficio juicioso y cotidiano, fueron ridículas e hirientes las palabras del escritor Héctor Abad, quien en este diario afirmó que las mujeres como Duzán sienten “fascinación por los hombres que tengan una de estas dos pes: plata o poder. Y si son las dos juntas, más todavía”. En su columna dominical Abad comparó periodistas colombianas descrestadas con el “perfume de rico” del finado Hugo Chávez, con Duzán a quien acusó de estar encandilada por el poder de Gustavo Petro.

Con una rutina cliché, el columnista hizo grandes generalizaciones: “La plata y el poder en muchas mujeres tienen el mismo efecto que las tetas, las nalgas y la juventud en muchos hombres”. Asimismo, se quejó de estos tiempos en que es difícil acusar a las mujeres. “En contra de las mujeres en general”, escribió, “más vale no decir nada porque al que se atreva le caerá encima toda la ira divina de las iluminadas”. Cabe recordar que Abad es el actual presidente del jurado que otorga el Premio Simón Bolívar (tal vez el más importante en el país). Qué poco iluminado, ¿no es verdad?

 

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