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La Brujería de Francia Márquez


Tatiana Acevedo Guerrero
05 de mayo de 2024 - 09:05 a. m.

“Un país sin Dios es un país perdido” dice un “oficial profesional de la Reserva de la Policía Nacional” en Twitter. Aterrado por fotos en que la vicepresidenta Francia Márquez participa en un ritual de armonización en el Cauca, afirma que “los colombianos tenemos que doblar rodillas, pedir perdón a Dios, y pedirle restauración y sanación a nuestra nación”. “Mi esperanza es que la Brujería que Francia Márquez le está haciendo a Gustavo Petro para mandarlo a hablar con Chávez y quedarse con la Presidencia, tenga resultados muy pronto” explicaron otras (decenas) de señores y señoras en esta misma red social. No se trata de un caso aislado porque también la prensa y radio nacional y local titularon que “la participación de Francia Márquez en un ritual en Popayán desató polémica al ser calificada de brujería”.

Algunos fueron más sutiles. “Márquez encabezó la ceremonia frente a un círculo de velas encendidas y adornos florales, ritual típico de las comunidades indígenas de América del Sur y adoptado por este gobierno para simbolizar su alianza con el movimiento indigenista anti hispánico” informó, por ejemplo, el portal Razón y Fe.

En un inicio, la referencia a lo hispánico me tomó por sorpresa, pero lo cierto es que la destrucción y marginación de tradiciones culturales indígenas fue uno de los pilares de la autoridad colonial hispánica. Y pese a una historia en que muchos han bregado para que se consolide una ruptura total con los lazos indígenas y africanos, estos permanecen y nos definen. Ante la respuesta de prensas y señores a estas (y cualquieras otras) fotos de Márquez, cabe recordar que estas ideas fundacionales blancas, católicas y españolas forman la columna vertebral de sociedades y familias. “Las sensibilidades del colonialismo siguen siendo potentes” escribió hace poco más de una década el profesor jamaiquino Stuart Hall. “Todos nosotros seguimos siendo sus herederos y todavía vivimos sus aterradoras secuelas”.

Además, las preguntas y ansiedades sobre hispanidad y color nunca vienen solas, sino que se trenzan con otras sobre clase social. Hace solo tres años, las calles de la Colombia urbana fueron ocupadas con rechazo y resistencia para denunciar la cotidianidad que se hizo insoportable en la pandemia. La subordinación de mujeres empleadas domésticas, celadores y albañiles, la pobreza de las y los jóvenes, el machismo a flor de piel, la desigualdad y las injusticias basadas en el color de piel. O lo que el propio Hall llamó “todas las humillaciones insignificantes de la vida diaria”. La vida en la ciudad informal se había derrumbado y el descontento fue combatido y denominado “estallido social”.

Analistas nos explican por todas partes que la revolución que puso en marcha la elección del primer gobierno de izquierda está empantanada y no cristalizan ni convencen las reformas. Errores humanos, inercia y dificultades y mezquindades propias de la acción colectiva son denunciados con furor. Sin embargo, la revolución que se vive desde la elección es cultural, más que política.

Desde los ochenta y noventa políticos profesionales, sobre todo liberales, organizaron enclaves políticos en barrios pobres de las ciudades e instauraron un sistema de lealtades y movilidad social. Una democratización de los partidos, como nos ha explicado el profesor Francisco Gutiérrez. Esto no significó la apertura del futuro para otros miles que recibían bienestar a cuentagotas. Las promesas de la Constitución de 1991 no se materializaron y es hoy, en las marchas del 1 de mayo y la posesión del gobierno Petro-Márquez donde se hacen, quizá, más palpables. Tenemos ministros y ministras afrodescendientes, personas en el gobierno y calle con otros colores.

Esta revolución cultural es una revolución difícil, pues va en contra de nuestro sentido común nacional. Uno en que la discriminación es omnipresente.

 

Norma(12580)15 de mayo de 2024 - 03:46 p. m.
Muy buen análisis y memoria histórica. gracias.
Picuto(71356)14 de mayo de 2024 - 06:35 p. m.
Cuántas de las celebraciones católicas y ni qué decir de las cristianas ortodoxas no se hacen con velas prendidas? yo de familia católica no practicante he visto en ceremonias, viernes santos, hace dos años en Fátima, vi desfiles con velas prendidas. Por qué hoy las ceremonias de Francia Márquez son brujería y las del cristianismo no? Así la corrupción de Petro es censurable pero la de la mamá de Duque, NO. Todo es censurable, inclusive el segundo mandato de Uribe; y no pudo con el 3°.
Yimmy(68264)11 de mayo de 2024 - 08:39 p. m.
Me gustó su columna!
Heriberto(bzpkq)08 de mayo de 2024 - 03:38 p. m.
Tatiana, gracias ¡Qué bello y maravilloso escrito! Redime y restaura leer algo distinto y oportuno, pertinente y necesario. Una hermenéutica honesta, real y ¡Urgente! para un país tan marcado por la ignorancia, la discriminación y el negacionismo. Vuestro escrito redime. Gracias.
ALMA(q8jmn)08 de mayo de 2024 - 10:27 a. m.
Totalmente de acuerdo. Nuestros rituales indígenas sin tan valiosos como otros. Hay que rescatarlos hasta vivirlos plenamente en esta nuestra America llena de sincretismo a no reconocidos pero que los vivimos día a día.
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