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Lecciones desde Cali II


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Tatiana Acevedo Guerrero
24 de noviembre de 2024 - 05:05 a. m.
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Caminé por la zona verde un sábado de la COP16 en Cali. Entre los árboles caminaban cientos de personas decidiendo qué hacer: escuchar música en vivo, probar frutas “nuevas” que se ofrecían como degustación en los pabellones departamentales, aprender sobre animales raros o comprar ilustraciones y joyas hechas a mano. Los parques parecían estar abiertos a todo el mundo. Decenas de niños hacían fila para dibujar pájaros y parejas se tomaban fotos con letreros que decían “biodiversidad”.

Desde lejos muchos describieron el evento con cinismo (“nada va a cambiar”, “no se concretan los acuerdos”). Desde Bogotá, Julio Sánchez se concentró en historias banales de moteles exóticos. Pero al adentrarse por los caminitos de la mentada COP, era difícil ceder ante el cinismo o burla. Pues más que otra cosa, se respiraba posibilidad.

“Por acá los nombres de nuestros compañeros fallecidos hasta ese momento. Por acá diferentes lugares donde nos atacaban, en Puerto Madera, la Loma, el Paso del Aguante y otros puntos de resistencia” explicó un hombre joven, guía del museo de la resistencia (ubicado en la Zona Verde). Caminando dentro de la carpa, seguido por un grupo grande conformado sobre todo por familias, nos mostró en el piso los “casquillos de lo que nos disparaban”. En el piso vimos las granadas lanzadas por el Escuadrón Antidisturbios Esmad. Vimos además gases lacrimógenos, gases normales “que solamente echan humo” y aturdidoras. “Con una aturdidora me dispararon a mí en un pie y me dejaron cinco días sin poder mover un pie, pero yo seguía saliendo”, narró el guía.

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Nos habló de Nicolás Guerrero, uno de los grafiteros asesinados en el contexto del llamado estallido social de 2019. Nos enseñó la ropa de Guerrero colgada en un gancho, su camisera, su gorra, sus gafas. Nos habló de las bibliotecas populares de la dignidad que hoy se erigen en los barrios. El estallido, con sus jornadas largas, no queda solamente en el pasado. “Nosotros todavía seguimos acá y seguimos vivos” nos recalcó el guía, “seguimos dando la lucha por nuestros territorios que son en nuestra ciudad”.

No nos habló sólo de asfalto, cuadras, cemento y casas. Nos habló también de los suelos que rehabilitaron y convirtieron en huertas comunitarias a lo largo de los meses en que la comida escaseaba debido al declive que sufrió la economía popular durante los tiempos de cuarentena, y en que se bloquearon como protesta las carreteras. Los barrios (con ayuda y semillas de la Minga Indígena) recuperaron espacios abandonados, hicieron sus propios sus abonos para cultivar lechugas, tomates, cilantros, pepinos. La cosecha suplementó las ollas comunitarias, que mes a mes se fueron convirtiendo en comedores comunitarios.

“Nosotros todavía seguimos acá y seguimos vivos” repitió el guía al final de la visita. Pese a cinismos o burlas, lo que se vivió dentro de la carpa y en general dentro de la Zona Verde no tiene antecedentes en la historia del país. La efervescencia del movimiento afrocolombiano e indígena se siente en el aire. La memoria del gran estallido urbano se vive sin miedo y muchos parecen acariciar un futuro más digno.

Por su puesto que se trata de un paréntesis en nuestra historia y es imperfecto. El Gobierno Nacional se queda corto tantas veces en tantas cosas. La capacidad institucional es poca. El extractivismo no da respiro. Muchos de quienes participaron del estallido se afanan porque sus barrios son informales y no tienen agua. Y afuera de la carpa la ciudad estaba casi militarizada. El monumento a la resistencia puso de malgenio a líderes de la opinión radial. Sin embargo, tanto el alcalde que es un Eder, como otros empresarios de la región, abrieron una pequeña puerta a la redistribución del poder. Quizá porque saben lo que pasa cuando no comparten nada.

Conoce más

 

Javier(17535)24 de noviembre de 2024 - 10:48 p. m.
Viva la resistencia, hay que luchar para dignificar al pueblo que es el doliente.
Felipe(94028)24 de noviembre de 2024 - 08:49 p. m.
Tan feliz quedó la gente de tanta "resistencia", que en las elecciones locales de hace un año, el candidato "resistente" del Pacto Histórico, Rentería, apenas obtuvo el 11% de los votos, quedando tercero, incluso por detrás de un tipo tan peculiar como "Chontico". Resultó que los primera línea no votaron o no eran tantos. No lo vistan de épica, fue un absoluto desastre y la delincuencia común se tomó el poder, hasta extorsionando a los vecinos de barrios humildes y destrozando la ciudad.
  • Gines(86371)25 de noviembre de 2024 - 02:24 p. m.
    Miente y sus mentiras exacerban los ánimos, felipillo. Elmer Montaña fue elegido por el Pacto Histórico y en la convención, a la que asistí, no fue Rentería pues tenía su “guardado”. Investigue y no hable pavadas.
  • Felipe(94028)25 de noviembre de 2024 - 02:15 a. m.
    El único candidato oficial fue Rentería, la intrahistoria dentro del Pacto o la Colombia Humana es irrelevante, porque si los caleños hubiesen querido una alcaldía de izquierda, no hubiesen votado mucho más a Eder o al Chontico. Revise los datos del resultado electoral y respete, no es necesario insultar al que piensa diferente. Por cierto, en esas fechas yo estaba en Cali y me repugna la ultraderecha tanto como el sectarismo y cerrazón mental de la izquierda.
  • Gines(86371)24 de noviembre de 2024 - 11:00 p. m.
    Expresa pendejadas, mostrando absoluta ignorancia de lo sucedido por aquellas calendas, “señor” felipe. El candidato del Pacto Histórico era: Elmer Montaña, abogado de reconocida probidad, que, en virtud de las argucias del tal Rentería, fue excluido de la contienda, Su odio por el pacto histórico lo hace babosear pavadas. ¡Aterrice!
Juan(11210)24 de noviembre de 2024 - 08:44 p. m.
Desde Cali le agradecemos su columna
  • Felipe(94028)24 de noviembre de 2024 - 09:14 p. m.
    Desde Cali, la columna hace apología de un desastre de violencia y muerte que sumió a la ciudad en un caos del aun no se recuperó.
GONZALO(02bph)24 de noviembre de 2024 - 08:33 p. m.
Gracias por rescatar lo rescatable.
Miguel(71324)24 de noviembre de 2024 - 07:18 p. m.
Columna que enriquece, que buen tema.
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