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Lindando la ridiculez

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Tatiana Acevedo Guerrero
10 de febrero de 2011 - 03:00 a. m.
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CORRÍA EL AÑO 1961 Y SE DISCUTÍA la ley 135 sobre reforma agraria.

Ante la inminencia de su aprobación, los senadores “laureanistas” Gilberto Arango Londoño, Hugo Escobar Sierra y José Vicente Lafourie acusaron al entonces abanderado de la causa, Carlos Lleras Restrepo, de pretender expropiar a todos los campesinos conservadores con el ánimo de enriquecerse. El representante del MRL por el Magdalena, José Ignacio Vives, fue aún más lejos al difundir en pleno Congreso de la República afiches que invitaban al sepelio de Lleras.

En 1968, cuando la tímida ley se modificó haciéndose más enérgica, los ataques bulleron desde distintos frentes.  Los funcionarios del Instituto Colombiano para la Reforma Agraria fueron calificados de agitadores, cuando no es que de guerrilleros. Delirantes terratenientes y sus “lavaperros” culparon al INCORA de mostrar películas soviéticas a los campesinos. Al encontrar un supuesto azadón de origen checoslovaco en una parcelación del Instituto certificaron, incluso, el irrefutable carácter comunista de la reforma.

Los valientes gerentes del INCORA Enrique Peñalosa y Carlos Villamil Chaux se convirtieron en blanco de campañas de desprestigio y, lindando ya la esquizofrenia, el gerente de la Federación Nacional de Ganaderos, Miguel Santamaría Dávila, proclamó en 1970 que “todo el país” estaba en venta a causa de la reforma. Tantos palos en la rueda acabaron por arruinar el entusiasmo. Vino entonces el Pacto de Chicoral y el sucesivo desmonte de la transformación rural.

Como vemos no es José Obdulio Gaviria el primero, que en contexto de reforma, decide apelar al miedo colectivo, a las setenteras quimeras comunistas (hoy chavistas) o al ataque directo contra funcionarios estatales. Puede que se trate de un personaje muy similar a los que en el pasado atacaron la distribución de la tierra. Y puede también que sus argumentos estén calcados de aquellos esgrimidos en el Frente Nacional. Pero se trata de otro país. No estamos en 1961 y conocemos los males sin cuento que sobrevinieron a la república tras el fracaso de la redistribución agraria y el impulso desordenado de la colonización.

Salidas como las del ex asesor presidencial no son sino anacrónicas.

 

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