Mandato Claro

En prensa y fiestas de homenajea a López Michelsen.

Su natalicio se conmemora con superlativos: excepcional pragmático, gran lord inglés, estadista del siglo, angelito de la paz. Aprovechando el entusiasmo, y en momentos de paro agrario, cabe recordar algunas anécdotas de su paso por la Presidencia.

En el contexto de desmonte del Frente Nacional, el pasado de López como líder del MRL, rebelde opositor del liberalismo y el bipartidismo, generaba muchas expectativas de cambio. Su período presidencial iniciaba con una promesa de apertura democrática e inclusión de las demandas populares. Ya en el poder, y quizá debido a su vitoreado pragmatismo, trató de quedar bien con todo el mundo, en un gobierno de poca convicción y mucha contradicción. A la vez que designaba a la activista Elena de Crovo en la cartera de Trabajo, nombraba ministro de Gobierno al conservador Cornelio Reyes, acusado de participar en la confrontación armada de los cincuenta. Y mientras otorgaba personerías jurídicas a centrales obreras, incluía más y más sectores en la categoría de servicios públicos, que no tienen el derecho a la huelga.

Hacia 1975, huelgas de médicos y trabajadores cementeros, petroleros, de palma y del ingenio Riopaila desembocaron en el paro cívico nacional de 1977. En este terminó colándose hasta la derecha ospino-pastranista, sólo por hacer oposición. Volvió el estado de sitio. El Ejército adquirió más autonomía, se nombraron alcaldes militares. Hubo consejos verbales de guerra para juzgar a civiles involucrados en protestas. Se realizaron allanamientos. Y en el Mandato Claro de López Michelsen se inauguró la práctica de desaparición forzada, con la desaparición de Omaira Montoya, militante del Eln, violada y plagiada por el F2 el mismo mes del paro nacional.