Publicidad

Racismo de manual

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
Tatiana Acevedo Guerrero
26 de octubre de 2025 - 05:05 a. m.
“Hemos visto el florecimiento de ejercicios de racismo conectados con la cocaína”: Tatiana Acevedo Guerrero.
“Hemos visto el florecimiento de ejercicios de racismo conectados con la cocaína”: Tatiana Acevedo Guerrero.
Foto: AFP - SAUL LOEB
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

Durante un discurso en 2018, el presidente Trump alertó sobre cómo “grandes caravanas de migrantes bien organizadas están marchando hacia nuestra frontera sur. Algunas personas lo llaman una invasión. Es como una invasión. Han invadido violentamente la frontera mexicana”.

Poco después, volvió a hablar de una invasión de migrantes y advirtió que estos están formando ejércitos para atacar a los estadounidenses en su propio país “Casi todos (los migrantes) son hombres y parecen de edad para combatir”, afirmó Trump, “Creo que están formando un ejército... Quieren atacarnos desde dentro”.

De invasión a amenaza militar interna, pasó a calificarlos de “animales” y “no humanos” en un discurso pronunciado en Michigan durante su segunda campaña presidencial. Y luego, en otros discursos y entrevistas, ha incursionado a hablar de genética y degeneración de la raza. En un evento de campaña en New Hampshire en 2023 acusó a los inmigrantes de estar “envenenando la sangre” del país.

“Dejan entrar, creo que la cifra real es de 15 o 16 millones de personas a nuestro país. Cuando lo hacen, tenemos mucho trabajo por hacer. Están envenenando la sangre de nuestro país”, dijo entre aplausos. “Eso es lo que han hecho. Envenenan instituciones psiquiátricas y prisiones en todo el mundo, no solo en Sudamérica... sino en todo el mundo. Vienen a nuestro país de África, de Asia, de todo el mundo”.

Con este racismo de manual, nada de lo que ha hecho desde entonces debe sorprender. El profesor Edward Said nos explicó cómo para existir y prosperar los imperios y Estados poderosos necesitan “ignorar, esencializar y despojar de humanidad a otra cultura, pueblo o región geográfica”. El objetivo principal es precisamente que “el otro” no posea los mismos derechos ni la misma humanidad que quienes establecen la distinción. Son animales o no humanos y por eso contaminan e invaden sangre y naciones.

Este tipo de discursos abundan no sólo en la Alemania nazi. Los pioneros están quizás en la Europa imperial, desde el siglo quince al dieciocho. En general, los ejercicios de otredad y racismo más recientes fueron impulsados desde los Estados Unidos y estuvieron conectados con la exploración de combustibles fósiles. Cientos de movimientos de justicia ambiental nos han enseñado que esta industria es una de legados venenosos y cómo, a menudo, el extractivismo precisa despojar de humanidad a pueblos para poder contaminar y sacrificar sus territorios.

Este mecanismo opera en escalas nacionales e internaciones y son muchos los estudios que relacionan la dependencia al petróleo con la historia de representaciones racistas del mundo árabe y musulmán. Si se pinta a sus habitantes como bárbaros, no humanos o animales, se legitiman las intervenciones militares en países del Medio Oriente.

Aunque estos ejercicios a nombre del petróleo siguen en la agenda de Estados Unidos, en las últimas décadas hemos visto el florecimiento de ejercicios de otredad y racismo conectados con la industria de la cocaína. La misma capacidad de deshumanizar al otro que sirvió para justificar las bombas en medio oriente se aplica ahora a migrantes latinoamericanos y lanchas que intentan atravesar el Caribe. Hay que dispararles como si fueran un ejército invasor.

Esta deshumanización no es exclusiva de la presidencia Trump, aunque esta nos la pone de relieve. Tampoco es exclusivamente una política de Estado, pues ha permeado la cultura popular. En las series de televisión, desde las más mediocres hasta la reputada Breaking Bad, los hombres latinoamericanos relacionados con esta industria se representan como como bárbaros, no humanos y animales. A esta representación han contribuido también nuestras élites políticas que hace muy poco se congratulaban por bañar a medio país con glifosato: tanto plantas como animales (y poblaciones de paso). Esta semana Juan Carlos Pinzón prometió que al llegar a la Presidencia “recuperará” la confianza de Trump.

Conoce más

 

Manuel Gilberto Rosas diaz(85839)02 de noviembre de 2025 - 03:24 p. m.
No nos interesa la confianza de Trump,sino su respeto por las demás naciones del hemisferio americano.No somos sus colonias y si necesitamos de sus avances y productos tambie'n USA necesita de nuestros recursos.No tenemos porque sentirnos inferiores y he ahí una razo'n para concientizarnos en la necesidad de producir,crecer y acompañarnos de conocimiento y tecnología.
SÓTERO(26571)27 de octubre de 2025 - 10:07 p. m.
Menos mal que lo que dice pinzón sucederá cuando sea presidente, leáse nunca.
Oswaldo Sarmiento Ramírez(50418)27 de octubre de 2025 - 05:06 p. m.
Tantos lame pies que venden la soberania por un plato de lentejas, despertemos de estos personajes que no quieren a colombia, solo quieren sus intereses...
Maribel Martinez(27840)26 de octubre de 2025 - 10:23 p. m.
A veces uno comprende mejor y por eso sigo y seguiré en El Espectador.
Astrid Vallejo(60305)26 de octubre de 2025 - 10:12 p. m.
Excelente columna
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.