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Rosero y el agua

Tatiana Acevedo Guerrero
29 de agosto de 2021 - 05:30 a. m.

“Frente a la opresión, el saqueo y el abandono, nuestra respuesta es la vida”, dice el discurso de aceptación del Nobel de García Márquez. En la ciudad de Buenaventura durante tiempos de la pandemia, con una cotidianidad marcada por la terca guerra contra las drogas y frente al fin del empleo asalariado, es difícil sostener esta premisa. El puerto deja numerosas ganancias a los accionistas (consorcios españoles e ingenios azucareros del Valle, entre otros) y al Gobierno central. El presidente piensa que la estrategia contra el narcotráfico funciona bien. El país le da la espalda a cualquier discusión sobre racismo. Y de cara a estas injusticias es difícil no sucumbir ante la desesperanza. Hay algunos baquianos, dirigentes comunitarios y lideresas barriales que saben todo esto y saben también que no hay casi nada que hacer para remediarlo, pero en el día a día todavía lo intentan. Narcilo Rosero, líder del Comité del Paro Cívico y de la Mesa por el Agua y la Vida, es uno de ellos.

Rosero es consciente de que el agua del río Escalerete puede contar la historia de la ciudad (y quizás un poco del país) en tanto transita por infraestructuras incompletas conectando los habitantes y reforzando un legado de segregaciones entre los barrios y el puerto. En su trabajo y pensamientos hay tres certezas claras que, en un momento de muchas elecciones y pocas ideas, aportan una luz en el camino de los próximos años.

La primera tiene que ver con la búsqueda de convergencias, pues no es secreto que la acción colectiva es dificultosa, desordenada y en ocasiones se empantana. Para Rosero, el agua limpia o sucia, potable o usada, puede tejer puentes entre comunidades y funcionarios, entre lo urbano y lo rural. Fue así como en 2009, en medio de muchos desencuentros, apareció el referendo del agua promovido por organizaciones a escala nacional; entonces, muchos en Buenaventura terminaron aglutinados: “Los que veníamos unidos, obreros, trabajadores, estudiantes y algunos grupos étnicos logramos que con esta pelea por el derecho fundamental al agua se vincularan los sectores ambientalistas y otros sindicatos que no se habían visto y se fortaleció el movimiento”.

La segunda está relacionada con lo que es viable y vivible y lo que no. Rosero ha sido enfático al señalar que en su gran mayoría la ciudad simplemente no puede pagar las altas tarifas del agua y queda cínicamente obligada a depender de la lluvia. “Es un modelo que prioriza el tema de la ganancia”, explica. En una población como Buenaventura que antes de la pandemia tenía el 63 % de su población en el desempleo y el 83 % bajo la línea de pobreza, “no es posible que una empresa llegue a creer que un servicio como el agua le va a dar ganancia”. Así, la empresa privada operadora, Hidropacífico, “se dedicó más a atender los negocios que sí le rentan (…), como es venderles agua a los grandes consumidores”, explica Rosero refiriéndose a la venta de agua potable y embotellada al puerto y los buques que transitan. “La empresa prefiere vendérselo a esa entidad, porque esto le permite ganancia”, expone, “porque con la población la verdad es que Hidropacífico lo que gana es muy poco, simplemente mantiene la operación, pero no tiene una ganancia”.

La tercera es la certeza de que no se trata de un problema de escasez de agua, recursos ni ganancias, sino de distribución. Hay agua limpia en el río, hay inversiones y hay millones de ganancias en la ciudad, pero se distribuyen de manera demasiado desigual. Cuenta Rosero que en 2016 Buenaventura organizó el Plantón por el Agua que no tuvo mayor acogida ya que ese día Hidropacífico, por primera vez en más de una década, “le puso agua a todo el mundo”. Esto evidenció la manipulación en la presión del agua, que comúnmente la hace fluir solo hacia una pequeña parte de la ciudad.

 

Adrianus(87145)30 de agosto de 2021 - 09:44 p. m.
Miserables.
luis(89686)29 de agosto de 2021 - 10:18 p. m.
Es hora del cambio, Buenaventura y toda Colombia debe despertar como Narciso Rosero.
ricasto(01622)30 de agosto de 2021 - 02:06 a. m.
Excelente relato sobre una realidad macondiana, que oculta verdades sobre el valioso líquido y los absurdos de su impotabilidad para la población. A la bodega Uribista, que siga su corriente de producción de aguas sucias.
Alberto(3788)29 de agosto de 2021 - 09:44 p. m.
Excelente relato. Emblemáticos casos los de Narcilo Rosero y el de Hidropacífico en Colombia. Gracias Tatiana Acevedo Guerrero.
UJUD(9371)29 de agosto de 2021 - 02:45 p. m.
Otro derecho que contempla la CN y no lo disfruta el pueblo, porque todo lo público lo privatizaron.
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