Que el fin de año sea un pretexto para hablar de nuestros futuros líderes.
Aunque hijos de otros líderes, no todos los delfines son iguales, ni su presencia al interior de un partido habla necesariamente mal del mismo. A continuación tres delfines que serán noticia. Uno que mejoró con respecto al padre, otro que podrá ser peor que su progenitor, y uno más que, por lo visto, perpetuará el legado paterno.
Simón Gaviria: Antes de volver a Bogotá, donde el padre tiene mucha influencia, trabajó en Wall Street, donde el padre no tiene ninguna. Se ha destacado como congresista promoviendo leyes (es autor de los proyectos de salvavidas para morosos y de prevención de embarazos) y ejerciendo la pequeña política parlamentaria. Obtuvo la votación más alta en el país para Cámara y es el nuevo director del partido liberal. Se le critica por “ser muy joven”, como si Carlos Lleras no hubiese sido presidente de la Cámara a los 27 (y presidente de partido a los 33).
Richard Aguilar: Aguilar comenzó su carrera como cónsul en el gobierno Uribe, en el que, como se sabe, solían ser premiados los "amigos" y sus familiares con toda suerte de regalos diplomáticos. Saca sus votos de la base de su progenitor Hugo Aguilar, hoy preso por el proceso de la parapolítica, lo que ya es motivo suficiente de preocupación. Se dice que será el ex Coronel, desde la cárcel, quien lo ayudará a gobernar. Si empeoró es porque su padre, por lo menos, se hizo a pulso.
José David Name: No es joven, pero está apenas comenzando. También fue cónsul pero en el gobierno Samper. Aunque defiende el trabajo de su padre, trata de desmarcarse de las huestes del difunto ex senador, recordado por ser uno de los últimos exponentes de la política bipartidista tradicional. Gran defensor del nuevo régimen de regalías. Se le critica por temor a que reproduzca redes antiguas de clientelismo. Podrá continuar con el legado familiar.