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Tres paradojas de la caña de azúcar

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Tatiana Acevedo Guerrero
03 de noviembre de 2024 - 05:05 a. m.
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En medio de una Cali en ebullición por la celebración de la COP16 del Convenio de Biodiversidad, el Palenke Alto Cauca del Proceso de Comunidades Negras, “Enramada: espacios de acción” y el Forest Peoples Programme presentaron su investigación sobre los impactos del monocultivo de la caña de azúcar. La lucha contra la expansión del monocultivo de caña de azúcar es “por la vida con dignidad”, explicó Felix, un mayor del Alto Cauca, resumiendo algunos de los principales hallazgos. La presentación y la investigación encapsulan tres paradojas principales.

La primera, que la caña es verde pero destruye la diversidad biológica. No solo es exuberante (un paisaje espeso de hojas color esmeralda), sino que en las últimas décadas ha capitalizado su prestigio produciendo biocombustibles, energía verde, papel, bolsas plásticas y pitillos ecológicos. La contraparte de tanta dicha la constituye la contaminación de los ríos y los suelos, la desecación de humedales y la deforestación. El análisis de imágenes satelitales determinó que “el despojo de las rondas hídricas para la siembra de caña de azúcar es una práctica generalizada en el norte del departamento del Cauca”. Es decir: lo que antes eran tierras mojadas que abrazaban los ríos Palo, Paila, Desbaratado y Güengüé, hoy son más de 2.474 hectáreas de caña de azúcar. Los costos de las mentadas energías (y bolsas y pitillos) verdes incluyen la degradación de las rondas como hábitats complejos de flora y fauna diversos y de interacción entre los medios acuáticos y terrestres. Al reducir la ronda se erosionan cuerpos de agua, que quedan más expuestos a pesticidas y fertilizantes tóxicos.

La segunda, que la caña es verde, pero ha sembrado la región de injusticia. Esto porque ha devastado los modos de vida del pueblo negro en el valle del río Cauca mediante la ruina de sistemas finqueros de producción agroforestal (de cacao, plátano verde, limoncillo, verbena, chontaduro y yuca) y de pesca y minería artesanales. “Mire que ahora que han acabado la finca, la gente está más pobre, está más humillada” dice uno de los testimonios recogidos en la investigación. “La finca es una resistencia de uno vivir. ¡Es la libertad! Y esto lo hicieron nuestros antepasados que fueron esclavos. Siempre pegaban para el monte… iban sembrando para ellos… Y nos dimos cuenta que, cuando los ingenios se establecieron, la gente empezó a perder esa libertad”. Se perdieron los medios de vida y también los de goce. En los 80 era común que los niños hicieran las tareas y se fueran a las playitas del río. Hoy no hay playas y el río no se mira por estar contaminado. “Yo tuve la fortuna de nacer en una región rica en caños, en zanjones, en ríos… Agua buena, agua sana por todo lado” dice otro testimonio, “anduve mi vida en el agua y en la tierra... después del mediodía yo nadaba todo el resto del día”.

La tercera, que la Cali de la COP16 es la misma que se erige entre cañaduzales. La misma del alcalde Eder, heredero de empresarios y dirigentes cañicultores que expanden el monocultivo, ya no de caña, sino de palma para biocombustibles hacia Meta y Casanare. “Hay desconocimiento de la industria” dijo el alcalde la semana pasada. “No olvidemos que el Valle se debe a la industria azucarera, que es la única circular que hay en Colombia”. Por su parte, Asocaña resaltó que dirigentes cañicultores están habilitando un “corredor biodiverso en el Río Cauca que conectará con 80 humedales de Cauca, Valle y Risaralda”. La paradoja radica en que, pese a los esfuerzos de restauración, una industria que despoja y desplaza será siempre insostenible. Es decir: las comunidades deberán empezar en otra parte, malvivir en barrios informales o tumbar selva para volver a comenzar. No hay biodiversidad sin dignidad para la gente.

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Dorita(37038)06 de noviembre de 2024 - 01:01 a. m.
Triste realidad 😢. Gracias Tatiana, en 4 párrafos una radiografía del cultivo de la caña de azúcar y las secuelas en la comunidad rural.
Soledad(tmo4c)04 de noviembre de 2024 - 03:55 p. m.
Gracias por la columna Tatiana. Gran realidad.
Felipe(94028)03 de noviembre de 2024 - 09:04 p. m.
Pura demagogia. Este país importa el 30% de los alimentos que consume, pero dedica 300.000 hectáreas a la producción de cocaína, un 30% más que al cultivo de caña en toda Colombia, no solo en el Valle. El 75% de la superficie cultivada de caña pertenece a casi 5.000 propietarios que trabajan su propia producción y solo el 25% pertenece a grandes empresas.
  • Libardo(10892)05 de noviembre de 2024 - 01:13 a. m.
    Y?
Rocio(21165)03 de noviembre de 2024 - 08:58 p. m.
Gran paradoja! Aquí se lee en pocas palabras, la falta de libertad del que habita el territorio, ser sometidos. Ellos gritan y ahora se visibilizan con sus acciones. Pero se enfrentan a la parte "económica y bienestar del país" y que se ve, los habitantes del territorio aún no son escuchados.
  • Felipe(94028)03 de noviembre de 2024 - 09:26 p. m.
    Los "habitantes del territorio" pueden votar libremente en las elecciones y no votaron a la izquierda. Eder consiguió el 40% de los votos, mientras que el afro Rentería, candidato del Pacto Histórico, solo consiguió el 11%. Para la gobernación, la derechista Lilian se llevó el 42% del voto, mientras que el candidato de la Colombia Humana apenas consiguió el 12,5%, siendo muy considerable ese 27% de voto en blanco del que la izquierda tampoco se puede apropiar.
Felipe(94028)03 de noviembre de 2024 - 08:45 p. m.
La paradoja es que Rentería, candidato del Pacto Histórico a la alcaldía hace un año, quedó 3º y apenas consiguió el 11% de los votos, mientras que los tres candidatos de derecha sumaron el 74%. Resultó que los "primera línea" o no votaron, o no eran tantos. La paradoja es que la ciudad "puerto resistente" votó muy mayoritariamente a la derecha. Los caleños no apoyaron en las urnas a la extrema derecha, pero tampoco a los que sembraron el caos, destrozando la ciudad y atemorizando a la gente.
  • Libardo(10892)05 de noviembre de 2024 - 01:16 a. m.
    Felipe, tiene algo que decir respecto a la columna o seguirá fungiendo de defensor de oficio.
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