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Un futuro de níquel

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Tatiana Acevedo Guerrero
14 de septiembre de 2025 - 05:05 a. m.
“Comunidades indígenas Zenú han denunciado aumentos significativos de enfermedades respiratorias”: Tatiana Acevedo guerrero.
“Comunidades indígenas Zenú han denunciado aumentos significativos de enfermedades respiratorias”: Tatiana Acevedo guerrero.
Foto: Cortesía Cerro Matoso
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Cerro Matoso, una de las minas de ferroníquel más grandes del mundo ubicada en Montelíbano (Córdoba), fue comprada hace algunos meses por la multinacional CoreX Holding. Aunque siempre se nos informa que el dueño del mentado “holding” es el empresario turco Robert Yüksel Yildrim (quien, a su vez, heredó el emporio empresarial de su papá), la multinacional no está registrada en Turquía sino en Amstelveen, una ciudad casi tan grande como Montelíbano, en los Países Bajos.

Esta pequeña anécdota que entrelaza a Colombia con Turquía y los Países Bajos nos dice mucho sobre el futuro de la mina en momentos de transición energética. Cerro Matoso produce ferroníquel (una aleación de níquel y hierro) que puede convertirse en la fuente del níquel más apetecido. Este es un metal clave para la transición energética pues es insumo fundamental para las baterías de carros eléctricos; se usa también en baterías que almacenan electricidad de fuentes renovables de energía solar y eólica. Además, el acero inoxidable, que contiene entre 8 y 12 % de níquel, se usa para fabricar turbinas eólicas, infraestructura solar, redes de hidrógeno y plantas de energía geotérmica.

Distintos análisis académicos y periodísticos nos explican cómo el Pacto Verde Europeo hace del níquel de Colombia una materia prima estratégica, pues les ayuda a los países europeos a diversificar el suministro de metales críticos y reducir su dependencia de las cadenas que hasta hoy son dominadas por China.

Un informe de la Agencia Internacional de Energía afirma que, en un escenario optimista de descarbonización, la demanda global de níquel podría aumentar 19 veces para 2040. Esto podría dar cierta paz a quienes hoy se rasgan las vestiduras ante la falta de exploración petrolera y añoran los días de los ferrocarriles mineros. Lo cierto es que la minería sigue viva, como siempre. Y, en muchos aspectos, la minería de la transición trae sus propias angustias. El profesor Diego Andreucci alerta sobre cómo la producción de níquel es altamente intensiva en carbono, especialmente durante el fundido y el refinado. En Sulawesi (Indonesia), nos cuenta, el auge de la minería y procesamiento de níquel ha triplicado la demanda eléctrica regional, impulsando la construcción de cuatro nuevas plantas de carbón. Es decir: el níquel contribuye a la transición, pero lejos de donde se produce.

En Colombia, Cerro Matoso ha buscado compensar sus emisiones impulsando el cultivo acelerado de palma aceitera y teca. Pero estas plantaciones se han asociado con “deforestación, contaminación por agroquímicos, escasez de agua, pérdida de medios de vida y, en casos extremos, expulsiones violentas, acaparamiento de tierras y asesinatos de residentes”.

Quizá lo más grave es que el proceso de fundición de níquel emite grandes cantidades de dióxido de azufre, por lo que comunidades indígenas Zenú, afrocolombianas y campesinas de la zona han denunciado aumentos significativos de enfermedades respiratorias, malformaciones congénitas y afecciones dermatológicas vinculadas a la contaminación generada por la mina y la fundición. En noviembre de 2017, la Corte Constitucional emitió la Sentencia T-733/17, ordenando la protección de la salud comunitaria y atención integral y permanente para las personas afectadas por la mina. Entonces se determinó que las operaciones de Cerro Matoso generaban malestares graves en las comunidades indígenas y locales del sur de Córdoba: se registraron lesiones cutáneas y problemas oculares; se detectaron nubes de polvo y emisiones de material particulado que enrarecían el aire; se evidenció la disminución del caudal de quebradas y ríos, con alteración en la disponibilidad de agua para consumo y pesca; y se documentó una pérdida notable de fauna y flora, incluyendo especies acuáticas y animales antes abundantes.

Tras la sentencia, se han reportado algunos cambios en la mina con nuevas medidas sociales, ambientales y económicas. Pero, si el futuro es del níquel y se viene una nueva administración a manos de CoreX Holding, hay que poner los ojos en Cerro Matoso.

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Sebastián Vásquez(olluw)18 de septiembre de 2025 - 03:46 p. m.
Estaría cheveré Tatiana que en una proxima columna nos comentarás sobre "Un futuro de Cobre" en el sur de Córdoba avanza el proyecto el Alacrán, avanza el proyecto Quebradona en Suroeste Antioqueño, el proyecto minero de cobre en Mocoa, quizás puede ser más cercano un futuro de cobre en toda la geografia Colombiana, que un futuro de Niquel.
SÓTERO(26571)15 de septiembre de 2025 - 04:57 p. m.
Propongo hacer un seguimiento periódico a lo expuesto en su columna.
Carlos(12062)15 de septiembre de 2025 - 02:33 a. m.
Tatiana, la mejor.
Luz Helena Jaramillo(46036)14 de septiembre de 2025 - 10:16 p. m.
Y nosotros, los dueños necesitamos el níquel y no tenemos dominio sobre él.
GONZALO CARREÑO R.(02bph)14 de septiembre de 2025 - 09:55 p. m.
Excelente columna. 👍
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