Nos informa la revista Cambio sobre los pormenores de las denuncias por corrupción que se ciernen en torno al gobierno del Pacto Histórico. Casi 10 notas cubren los distintos ángulos del enredo que, como casi siempre, se forma cuando unos posibles corruptos acusan a otros corruptos en un contexto electoral. Todo se desencadena después de que, el jueves, el presidente Petro pidiera a la Fiscalía que investigara las acciones de su hermano Juan Fernando y su hijo Nicolás.
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Nos informa la revista Cambio sobre los pormenores de las denuncias por corrupción que se ciernen en torno al gobierno del Pacto Histórico. Casi 10 notas cubren los distintos ángulos del enredo que, como casi siempre, se forma cuando unos posibles corruptos acusan a otros corruptos en un contexto electoral. Todo se desencadena después de que, el jueves, el presidente Petro pidiera a la Fiscalía que investigara las acciones de su hermano Juan Fernando y su hijo Nicolás.
Con entrevistas y fotos de esposas y exesposas, la revista Cambio hace énfasis en la gravedad de lo que está pasando. Habla de un “escándalo enorme” y de una situación “demoledora”. Echando mano de García Márquez, vaticina que “algo muy grave va a suceder en este pueblo”.
Ante la prosa nerviosa uno podría pensar que lo que viene marcará algún tipo de quiebre. Sin embargo, se trata de todo lo contrario. Los últimos días se parecieron tanto a los últimos años que traer a colación el viejo título de García Márquez no deja de ser un poco ridículo.
“Qué cansado”, dice mi amiga costarricense cuando quiere referirse a uno o varios eventos que la hacen sentir desesperanzada y sin ánimo. Lo que oímos y veremos en la semana que viene merece quizás este calificativo. Y no solo por los corrillos de corrupción, sino sobre todo por lo sucedido en San Vicente del Caguán, donde fueron asesinados un campesino, presidente de una Junta de Acción Comunal, y un miembro de la Policía.
De acuerdo con reportes de la comunidad y los informes de algunos periodistas, tras promesas incumplidas por cuenta de la empresa Emerald Energy y el Estado bogotano, fueron creciendo las tensiones. “A raíz de los incumplimientos, en medio de una situación tensa por la presencia de la policía”, explicó el periodista y docente Óscar Neira, “las comunidades deciden entrar por la fuerza al campo petrolero con las consecuencias que hoy lamentamos en Colombia”.
El legado de violencia de la semana tuvo que ver con errores en varios ámbitos del Gobierno. Las declaraciones oficiales y el tratamiento inicial de lo sucedido son parecidos a los que oímos en gobiernos pasados. Pues “algo muy grave” ya sucedió en ese y otros tantos pueblos. Asusta que haya pocos quiebres en esta historia, pues gran parte de los votantes del Pacto tuvimos la convicción de que el extractivismo y las promesas vacías de sentido son incompatibles con la vida y la cotidianidad comunitaria. En el caso de Emerald Energy, se trata sobre todo de un sistema de producción que le da la espalda a la vida social, biológica y ecológica de la región.
El Gobierno del cambio prometió transitar caminos alternativos. Prometió quiebres, no solo en la forma de entender la salud o la tributación, sino también reconociendo las muchas interdependencias y responsabilidades que nos entrelazan como país. Prometió también alianzas contra la injusticia para desafiarla y superarla.
Los poderes que en Colombia aseguran inercias y promueven lo que la vicepresidenta Francia Márquez llama “la política de muerte” son formidables, pero alterarlos era justamente la tarea.
Entre el cansancio de este domingo cabe entonces recordar las palabras de la vicepresidenta Márquez: “La política no es fácil, es dura”, confesó. “Tampoco es que haya cambiado mucho, pero estamos haciendo esfuerzos por sembrar una semilla de una política que pueda ser diferente a lo que yo he conocido y a lo que conocieron mis padres y a lo que conocieron mis abuelos”.