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Sé que en barrios y calles y Comandos de Atención Inmediata (CAI) de Bogotá hay abusos de fuerza policial; en especial, en contra de hombres jóvenes que son sospechosos (usualmente) porque son pobres. Entre 2000 y 2010, años en los que viví en Bogotá, se acosaba a estudiantes de universidades públicas que, a los ojos de los agentes, podían ser guerrilleros. Además, en 2008 supimos que en Soacha había germinado una política de ejecuciones extrajudiciales.
Dentro de un bus, en la Barranquilla de 2014, fui testigo de una batida contra hombres sin tarjeta militar. He leído sobre las desapariciones de la Operación Orión, ejecutadas por militares y policías en la Comuna 13 de Medellín. Pero en ninguna ciudad había visto una violencia policial tan cotidiana como la que se vive en San Andrés. En el mes de febrero de este año vi requisas agresivas contra adolescentes, persecuciones a vendedores ambulantes y golpizas contra muchachos que se resistieron a preguntas o requisas abusivas.
Requisas, persecuciones y golpizas, todas fueron contra hombres jóvenes. No sólo del pueblo Raizal, sino también continentales afrodescendientes que viven o nacieron en la isla, pero tienen sus raíces en Bolívar, Cesar, o a veces Atlántico. Los “goes” le pegaron a este, los “goes” corretearon a este otro, o los “goes” lo tumbaron de la moto y le partieron la pierna. Me tomó un tiempo entender que la gente se refería al Grupo de Operaciones Especiales (GOES).
Según dice la página web de la Policía Nacional de Colombia, el GOES es una unidad de élite creada en los noventa en contexto de altísima violencia protagonizada por el Cartel de Medellín. Es especialista en operaciones de alto riesgo, “rescate de rehenes, antiterrorismo y neutralización de criminales peligrosos”. En San Andrés, que es puerto de puertos, se mueven para arriba y para abajo kilos de cocaína y se dan (de vez en cuando) peleas violentas entre grupos de traficantes amateur o protagonistas de microtráfico. Sin embargo, no se trata de la sede de la alta criminalidad. La isla es lugar de turistas que caminan tranquilos y a menudo alicorados. Y tal vez sea para mantener la tranquilidad del turista que se le permite tanto o todo a la Policía.
Si el lector de esta columna revisa prensa, televisión o radio de alcance nacional, verá que no se menciona a San Andrés a no ser que se hable de huracanes, conservación de corales, migrantes que cruzan el mar o del pleito de fronteras con Nicaragua dirimido en La Haya. Pese a ser una de las ciudades más densas de Colombia, no es protagonista de nada en medios nacionales. Nadie documenta lo que allí sucede. Como en el Caribe continental (donde en casi todo medio de comunicación mete mano la familia Char), la prensa local del Archipiélago es pésima.
Los residentes recurren al Café de la you, un perfil en Facebook que narra sucesos cotidianos, emite juicios, chistes y publica columnas anónimas. Esta última semana, el Café informó que “el bololó frente a la mueblería Pérez habría empezado desde la semana pasada en el mismo patio, luego de una requisa que se habría tornado en objetivo personal por parte del GOES”. En otro post se publicó un video en que se ve al GOES en manada golpeando a un hombre desarmado. Cuando una mujer se acercó a interpelarlos, también la golpearon.
Una columna anónima del Café de la you lo resume todo: “La gente común, la que madruga para buscarse la vida, es la que paga los platos rotos: humillaciones, maltratos, golpes, insultos, decomisos. Como si ser pobre fuera sospechoso. Como si vender en la peatonal fuera delito. Como si ir caminando con un bolso fuera motivo para ser detenido y requisado sin razón”.
