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Pueblo por cárcel

Tatiana Duplat Ayala

18 de diciembre de 2025 - 12:05 a. m.
“En nombre de una soberanía abstracta, el ELN le arrebata al pueblo la única que puede palpar: la de moverse y trabajar”: Tatiana Duplat A.
Foto: AFP - STRINGER

Otra vez. El mensaje baja por los ríos y bloquea puentes y carreteras: nadie sale, nadie abre, nadie cruza. Los pueblos quedan detenidos, atrapados en su propia geografía y convertidos en fronteras de sí mismos. El miedo cierra las puertas e impone el silencio. Adentro, la gente espera, cuenta las horas y mide el día por la ausencia de movimiento; ya sabe lo que significa estar presa sin barrotes. Son miles de personas a merced de los criminales.

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El ELN impuso, de nuevo, paro armado en regiones como Chocó, el Catatumbo y las zonas de frontera. Su cinismo no puede ser mayor: presenta este atropello como una protesta contra una eventual intervención de Estados Unidos a Colombia, pero el castigo lo padecen los propios colombianos. Para oponerse a una amenaza lejana, encierra a los campesinos, a los maestros, a los comerciantes y a los enfermos. En nombre de una soberanía abstracta, le arrebata al pueblo la única que puede palpar: la de moverse, trabajar, estudiar y reunirse. El argumento se deshace solo. Es la eterna contradicción de los grupos armados: proclamarse defensores del pueblo mientras lo condenan a la miseria y a la peor de las violencias.

En el último año, decenas de miles de personas han vivido confinamientos forzados en Colombia y más de cien mil han sido obligadas a desplazarse. En Chocó, por ejemplo, la situación es dramática: municipios paralizados, comunidades indígenas y afrodescendientes aisladas, economías locales asfixiadas. El paro armado es hambre, silencio y miedo acumulado. Al final solo quedan el desamparo y el vacío institucional. No importa quién gobierne, lo cierto es que pasan los años y esta tragedia se repite idéntica. El Estado no logra garantizar lo elemental: el derecho a habitar el propio territorio. Cuando los fusiles mandan, el municipio deja de ser hogar y se convierte, sin juicio ni condena, en pueblo por cárcel. El cerco es local, el daño es nacional.

@tatianaduplat

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Por Tatiana Duplat Ayala

Historiadora de la Universidad Javeriana y doctora en Historia egresada del Programa de Paz y Conflictos de la Universidad de Granada. Cursó el Ciclo Básico de Estudios Musicales con énfasis en violonchelo en la Universidad Nacional de Colombia. Cuenta con amplia experiencia en la implementación de proyectos de cambio social y construcción de paz
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