El presidente Trump suspendió la ayuda al exterior y Colombia es la más afectada. Con el cese temporal de Usaid hoy no sabemos qué va a pasar con el apoyo a la implementación del Acuerdo de Paz, ni con los proyectos de salud, de desarrollo rural y de conservación ambiental, ni con las iniciativas de asistencia humanitaria, ni con la promoción de los Derechos Humanos. Todos temas estratégicos para nuestro país.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
La decisión golpea fuertemente a las poblaciones beneficiarias, a las organizaciones que implementan las iniciativas y a las instituciones del Estado, responsables de atender estas problemáticas. De fondo hay una manera indolente de ver el mundo y esto es, tal vez, lo que más duele. De un plumazo se fueron al traste más de sesenta años de trabajo entre los dos países y, de pasadita, los principios humanistas de la solidaridad global.
Más allá de las fronteras y las banderas, somos parte de una misma comunidad llamada humanidad. En este sencillo y poderoso principio se sustentan los Derechos Humanos, el Derecho Internacional Humanitario, el Estado de Derecho y la cooperación internacional. Allí anida la posibilidad de un mundo mejor para todos, más justo. Mientras la riqueza se concentra en pocas manos y las brechas sociales se agudizan, la ayuda entre naciones es lo único que puede mitigar los efectos desastrosos de la inequidad. Nos necesitamos para afrontar los problemas comunes. Caminar en otra dirección es dirigirnos inevitablemente a la destrucción ambiental, a la violencia social y, como van las cosas, quién sabe si también a la guerra nuclear.
Colombia busca otros aliados y seguramente esta crisis también se superará. El daño de fondo es más difícil de reparar. Queda gravemente herida la solidaridad como forma de ser, estar y entender el mundo. Perdemos todos. Pierde la humanidad.