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Hoy invitamos a desayunar a Juan Fernando Petro, primer hermano de la Nación, fiel devoto de San Juan Autista, y le dimos lo que le gusta: lengua picada.
Claro que como el presidente no lo quiere ver ni en pintura, lo tuvimos que dentrar por el sótano de Palacio, como ingresaba alias Job en los gloriosos días del Gran Colombiano.
Ole Juanfer, contamos qué carajos es el síndrome de Asperger –le jaló la lengua Tola, que pal chisme nadie le pone la pata–. Es una característica de los genios, tías.
Muy distinto al síndrome de asperjar –siguió Juanfer–, que es lo que sufren Duque y Uribe (y todos los godos), que es una manía de querer fumigar las inocentes matas.
¿Y cómo se nota esa condición, Juanfer? Depende, tías, en Gustavo se manifestó desde el parto, pues llegó tarde: mis papáes esperándolo y él ronciando en el útero… nació oncemesino.
Aprendió a hablar muy ligero y lo primero que dijo fue: Quelo sel plesidente de Colombia… mis padres aterrados le consiguieron cita con el sicólogo, pero Gus nunca fue.
Después no hubo forma de que cumpliera compromisos: al kínder llegaba a la hora del recreo, a la primera comunión nunca llegó… a sus dos primeras bodas llegó tan retrasado que llegó fue al divorcio.
Pero lo que es la vida, tías, gracias a ese vicio de incumplir Gustavo está vivo: cuando era guerrillero del M-19 llegó tarde a la toma del Palacio de Justicia.
Y cuando denunció con valentía la “parapolítica” (recordemos que él inventó la palabra), tuvo varias citas con la muerte, y la pelona se cansó de esperarlo… calculen tías.
Mi hermano es un genio, pero tiene sus rayones: desde chiquito mostró mero narcisismo y en la primera carta al niño Jesús le pidió un espejo de cuerpo entero.
En la adolescencia empeoró y se pegaba unas encostradas las berracas y no salía de la pieza, leyendo Materialismo y Empiriocriticismo, de Lenin, un libro que es un ladrillazo en la cabeza… literal.
Gustavo también es muy bipolar: quiere a José Félix pero detesta a María Fernanda. Siente asco por Pastrana, pero mantiene a su hijo representante de Colombia en el Banco Mundial… es raro.
En esas tocaron el timbre y Tola salió a ver quién era y volvió con Arturo Char, que vino a despedise porque va pa la guandoca por compra de votos y otras cositas.
Oítes Arturo, no entendemos enteramente por qué un muchacho como vos: pispo, cantante y ricachón, se mete a ese chiquero de la política… ¿Qué necesidá, ole?
Por obedecer, tías. Yo no quería, pero mi taita y mi hermano me obligaron: ¡Eche, Arturo, tienes que ir al Congreso, no jodaaa… no nos puedes dejar los votos comprados… eeerda!
Nos parece injusto que persigan al que compra votos –dijo Tola sirviéndole una bebida de llantén–. Ahí es donde necesitamos un Milei que defienda el libre mercao.
¿Cierto tías? A los compradores de votos nos la montan y no se fijan que en eso somos honestos: pagamos lo justo y de contado… Y ningún votante, oígase bien, ninguno puede decir que los Char le metimos un billete falso. O que le dimos ron adulterado o un tamal sin presa.
Ah, y conservamos una tradición. Y lo más bonito: ancestral… Turbay, Gerlein, Name, Manzur, Jattin, Faisal, Amín, Besaile, Nader, Elías… ¡Jodaaa, cipote legado!
Otra cosa que no acabo de entender, tías: dizque comprar votos es dañar la democracia. ¡Eeerda, no hay nada más democrático que poder vender el voto!
Mirá Arturito, como vas a tener tiempo de leer te regalamos el libro La Costa Nostra.
Ñapa: Colombia se jodió cuando los turcos se dieron cuenta que la política es más rentable que las telas: David Sánchez Juliao.
Ñapita: qué autista tan locuaz resultó Juan Fernando.
