Berrionditas, siempre que llega la Semana Santa Tola se pone nostálgica recordando su niñez en Yolombó, Antioquia, en los tiempos de upa, cuando las semanas santas eran otra cosa.
Empezando por la vigilia, que se cumplía a rajatabla y los viernes solamente se comía pescao, bien fuera en forma de bagre o bocachico, de sardina enlatada o de torta de pescao seco.
Los niños esperaban con ansias la Semana Santa porque tenían vacaciones del colegio y les daban estrén pa ir bien perchudos a las ceremonias religiosas.
Tola y yo, siempre juntas como mancornas, cogíamos puesto en primera fila en las misas y las procesiones porque nos facinaba el olor del incienso y el sonido aturdidor de la matraca.
Y nos encantaban esas procesiones con las imágenes de los apóstoles, sobre todo la del prendimiento de Jesús, que era con cirios prendidos, y no faltaba el langaruto que nos prendía el manto.
Las mujeres vestíamos de luto, no se podía jugar parqués porque fue con dados que los centuriones romanos se rifaron la túnica de Jesús, y todas las emisoras ponían música de semanasanta.
Cuenta Tola que en una Semana Santa de su infancia llegó a Yolombó una compañía teatral pa representar la obra El mártir del Gólgota, sobre la vida, pasión y muerte de nuestro Señor.
Y a Tola nunca se le olvida que cuando se terminaba la función y mientras la gente salía, Jesucristo levantaba su pobre cabeza coronada de espinas y decía: recuerden que mañana tenemos matiné, vespertina y noche.
Oites Tola, a mí siempre me dio pesar del apóstol Judas porque me parece el más de malas de los dicípulos de Jesús, pues le tocó ser el traidor pa que se cumpliera la profecía.
Claro Maruja, arrecordate que Judas era el tesorero del grupo y Jesús lo encargó de la plata porque confiaba enteramente en él, ya que Judas era su parcero del alma.
Pero Judas, que ya conocía el final de Jesús y que había acetado ser el malo del paseo, se güelió que el grupo se disolvería y que él quedaría en el aire, sin trabajo y sin pensión.
En ese tiempo las pensiones funcionaban como hoy en Colombia: había un Colpensiones (que tenía de pensionao a Matusalén) y un fondo privao del ricachón Epulón.
Epulón se encargó de desprestigiar a Colpensiones diciendo que se iba a quebrar porque era del gobierno y convenció a Judas de salise de Colpensiones y aportar en su fondo.
Judas sospechó que Epulón lo jubilaría con el mínimo y vio que necesitaba guardar otra platica pa la vejez, que podría durar fácilmente lo mismo que la del patriarca Matusalén (900 años mal contaos).
Entonces Judas se puso a pensar: Eh, de todos modos me toca traicionar a Jesús, y gratis. Si cobro una platica me van a odiar lo mismo pero aseguro mi retiro.
Oites Tola, ¿cierto que la traición tiene mala prensa pero en política a veces hace falta? Pues sí: ya que los políticos son traidores por naturaleza, no estaría mal si traicionan en favor del pueblo.
Puuu, vea Santos, que traicionó a Uribe buscando la paz del pueblo. Y otra traición benigna sería que el presidente Petro mande pal carajo a los politiqueros que lo apoyan.
Maruja, ¿por qué le decís presidente a Petro sin ser todavía? Pues porque los uribistas le dicen presidente a Uribe sin tampoco ser. Y deberíamos empezar desde ya a decile a Duque “señor expresidente”.
Ñapa: desde que se retiró de Colpensiones el apóstol Judas ya no vivió sabroso.
Payola: Berrionditas, nos presentamos desde el miércoles en El Conejo Blanco del teatro Ástor Plaza. Pueden averiguar las boletas en el guasá 3118988543 o en latiquetera.com