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— OITES TOLA, ¿CÓMO TE PARECIÓ el rescate de los mineros chilenos?
— Qué berriondera… Una cálsula de esas es la que necesita el alcalde Samuel pa salir de las profundidades de las encuestas.
— Pero lo más cacharro fue cuando salió un minero y lo estaban esperando la ex esposa, la esposa y la moza… Pobre tipo, me supongo que pensó: ¡Tragame tierra!
— Cuentan que cuando Uribe supo que los mineros chilenos eran sindicalistas, quizque dijo: ¡Valiente gracia, yo hace rato los hubiera sacado con gases lagrimógenos!
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— Álvaro no cambia,¿verdá que montó un Palacio de Gobierno paralelo al de Santos?
— Figurate… Y que atiende por el sótano.
— Uribe es un baquiano de la política y conserva mucho poder: ya logró que le nombraran al pipiolo Guido Nule embajador en Italia.
— No Maruja, Guido no va de diplomático sino que salió de güida.
— ¿Se voló? Esos vergajos muchachos Nule no terminaron nada: ni la vía a Melgar ni la 26… Ni siquiera terminaron en la guandoca.
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— Y el que se está chupando el desprestigio es el pobre Samuel y los uribistas le están preparando un cacerolazo.
— Yo participaría pero me da vergüenza salir con mi cacerola toda humada y con hundidos… ¿Los uribistas no repartirán ese día cacerolas nuevas?
— Eh, friegan mucho a Samuel… Espere y verá que los capitalinos disfruten las nuevas vías.
— ¡Pero cuándo! Si uno pasa por la 26 y siempre es hora de almuerzo… ¿Por qué será Tola que los jornaleros de obras públicas siempre están comiendo?
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— Son los únicos que se empacan dos desayunos, con el intervalo de un cigarrillo… Y no desbastan el almuerzo trabajando sino jugando un picaíto y silbándoles a las viejas.
— En estos días le preguntaron al alcalde Samuel que por qué no trabajaban también de noche y contestó que no se podía por la inseguridá.
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— Ole Maruja, cambiando de tema, ¿supites que las Far bregaron envenenar a Uribe?
— Claro, quizque infiltraron un berriondo guerrillero en los Consejos Comunales pa ponerle veneno al refrigerio del Presidente, pero les falló porque Uribe se saca la comida de la boca pa dársela a los pobres.
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— Es que briegaron a envenenar a Uribe de varias maneras: le iban a poner arsénico en una bandeja paisa, pero se enredaron porque no sabían si echar el veneno en los frisoles o el chicharrón o el chorizo o el ogao o la carne molida o el arroz o el güevo o la tajada de maduro o la arepa o el aguacate o la mazamorra…
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— Y una vez la guerrilla le mandó una botella de güisky envenenada y Uribe la guardó pa celebrar su tercera reeleción.
— Otra vez le mandaron crispetas con matarratas, pero como Uribe nunca iba a cine le tocó repartirlas entre las palomas de la Plaza de Bolívar.
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— También le mandaron una torta de cumpleaños con insecticida, pero en un descuido de Uribe se la tragó Valencia Cossio… y ni se mosquió Fabio, antes se le mejoró el aliento.
— Hasta compraron a la sirvienta de la Casa de Naripa que le pusiera Folidol en el tinto… Pero nadie se muere la víspera: fue la única vez que Uribe regó el tinto montado en el caballo.
— Muy difícil envenenar a una persona como Álvaro que “no come de nada”.
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— Hablando de las Far, qué impresión esa noticia de que el guerrillero Fabián Ramírez fusiló a su propio hermano.
— Pero lo pior fue que antes de darle chumbimba le preguntó: ¿Alguna razón pa mi amá?
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— Oites Maruja, ¿verdá que la empresa Bavaria le quitó el patrocinio al equipo Santa Fe?
— Una lástima porque nada mejor que una cerveza bien fría pa refrescar los dineros calientes.
*Atención ociosos: ya pueden seguir a las comadres Tola y Maruja en Twitter.
