Ay Maruja, qué berrionda pesadilla la que tuve anoche. Figurate que soñé que el Congreso colombiano sacó una ley: el que injurie a un funcionario se va pal infierno.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
Y yo de animal dije que las tres palabras del año son abudiniar, yeniferiar y anatoliar...O sea: embolatar plata, copiar tesis y votar de ganso ciego. Y ¡taque!, me rumbaron pa la paila mocha.
Cuando llegué a los infiernos el Diablo me pidió el pasaporte, y al ver que era colombiana hizo mala cara y me preguntó por la visa.
¿Cuál visa? -dije asustada-. Ve, yo no sabía que aquí estaban pidiendo eso. Pues normalmente no la pedimos, misiá Tola -dijo el Diablo-, pero nos tocó exigirla porque esto se tetió de colombianos.
No sé qué está pasando en su país, tía, pero pareciera que los colombianos están como de güida de algo. ¿De qué huyen? No me diga que sigue puntiando en las encuestas el Ojibrotao.
No joda, ese Petro resultó tremendo negociante -prosiguió el Diablo-: hace poco me mandó un guasá pa ofrecerme su alma a cambio de la presidencia, y lo dejé en visto.
Disculpe que le hable con sinceridá, misiá Tola, pero aquí la colonia colombiana es cosita: esta semana me llegaron alias Romaña y El Paisa, y se juntaron con Santrich y el Mono Jojoy. ¡Qué fogoncito!
Pues me tocó poner esos vergajos en una paila de alta seguridá, separados de Tirofijo, el Cura Pérez, Pablo Escobar, Rodríguez Gacha y Monseñor López Trujillo.
Y no hablemos de la paila de los políticos colombianos, tía, que es otra olla: Lauriano Gómez y su hijo Álvaro, Rojas Pinilla, Misael Pastrana, Turbay Ayala...Gracias a Dios Uribe va pal cielo.
¿Va pal cielo? -pregunté asombrada-. Sí tía, yo cuadré con Dios y le dije: le recibo el que sea, Señor, pero quédese con esa polvorita, que el infierno mal que bien ha sido un lugar sosegado.
Perdone la palabrota, tía, pero ustedes los colombianos me putiaron el parche. ¿Cuándo se veía en el infierno un tiroteo, un cuello-bomba? Ustedes trajeron la moda de las quiebra patas, el gota-gota...
No nos digamos mentiras, tía: antes de la llegada de los colombianos el infierno era un buen moridero, pero ahora se volvió una calentura.
Sí, yo sé que la mayoría de los colombianos son buenos, tía, pero los malos son muy buenos malos: ¿es allá donde matan un líder social cada tres días?
Y a todas estas, tía, ¿sumercé por qué vino a dar al infierno? -me preguntó el Diablo-. Es que el Congreso de mi país sacó una ley pa castigar a los que injurien a los políticos.
¿Cómo así, tía? Vea le esplico con un ejemplo, don Diablo: la periodista que denunció a la ministra Abudinen tendría que haber esperao a que la justicia la condenara. O sea: ya no será la denuncia lo primero sino lo último.
No joda, los congresistas colombianos tienen güevo, tía: son los únicos que pueden contar que corrompieron la mafia... La mayoría de ellos están aquí y me han hecho la vida a cuadritos: desde quererme revocar hasta mandarme a quebrar.
Le digo tanto como esto, tía: me tuve que volver parcero de esas alhajitas de los hermanos Carlos y Vicente Castaño pa que no me refundaran el infierno.
Ustedes los colombianos no tienen remedio: antier llamaron los Gilinsky a preguntar que cuánto pido por el Infierno.
En fin, tía, si quiere lagarteo pa que la reciban en el Cielo, pero sé que usted no se amañaría porque allá no pasa nada y entonces no hay chismografía.
Ñapa: Nueva palabra del fútbol colombiano: Llaneriar, jugar estatua en el área de candela.