Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
El presidente Petro anda güete con la condena de Uribe y nos convidó a un tinto del mismo que él toma y que lo pone como el papá de Lucho Díaz cuando el hijo mete gol.
Tías, ¿cómo les pareció pues el fallo del Culibajito? -nos dijo brotando más las pepas de los ojos y mientras envenenaba el café con un brandy doble y un ajenjo triple.
Un poquito largo, Tavo -dijo la jurisconsulta Tola-. Pudo ser en once capítulos diarios de una hora. Y no entendemos por qué empezó mencionando al senador Temístocles, y de una manera tan confianzuda: Temis.
No tías, Temis es la diosa de la Justicia, y fue la segunda esposa de Zeus y su asesora legal. Es representada con los ojos vendados, una balanza y la espada de Bolívar.
Zeus estaba casado con Metis, mientras que Temis era su joven abogada (noten que Temis es anagrama de Metis). Entonces Zeus se enamoró perdidamente de Temis.
Estoy enamorado de sumercé… más tragao que media de montañero -le confesó Zeus a su jurista-. Pero no sé cómo divorciarme de mi mujer Metis, que es una fiera mitológica.
Yo podría conseguir testimonios de hombres que aseguren que tuvieron amoríos con misiá Metis -dijo Temis, enceguecida por el amor-, y así pedimos el divorcio por adulterio.
Aunque le pareció una propuesta non sancta, Zeus hizo de tripas corazón y le dijo: Proceda, doctora Temis, que usted hace las cosas bien…
Pero como nada hay oculto bajo el sol, Hermes, dios de la comunicación, les chuzó las llamadas a Zeus y Temis y se supo que ella le estaba ofreciendo sobornos a los testigos.
En cuanto supo que su inexperta abogada estaba repartiendo plata, Zeus rompió públicamente con ella, y así fue como el terrateniente del Olimpo se salvó de la guandoca.
Temis entendió que los sentimientos le nublaron la razón, entonces se arrancó el corazón y se tapó los ojos para no distinguir si el acusado viste esmoquin o ruana, y se convirtió en la diosa de la Justicia.
Upa Tavo, vos sí sabés mucho -le dije yo sobándole el ego-. Pa qué estudiamos pues -dijo Tavo sirviéndose más tinto-. ¿Sabían tías que soy profesor ‘hemérito’ de mitología griega en una universidat argentina?
Ole Tavo, vos sabés que nosotras somos muy táparas pa la ortografía, que somos cerradas y trancadas por dentro, ¿pero “emérito” no es sin h?
La gramática es una construcción burguesa, tías -dijo Tavo olímpicamente-, una narrativa cuántica de la oligarquía cóncava para subyugar al pueblo pávido návido.
Tavo, ya que te salites por la tangente, contanos mejor por qué te dio la culequera de nombrar ministro de la Igualdá a un actor porno… ¿qué necesidá?
Ustedes saben tías que lo mío no es gobernar sino provocar… ¿de verdat creen que yo no sé que emérito es sin h? Hasta mi ministro de Educación lo sabe. Pero esa h, que es muda, los puso a hablar y ya se olvidaron que Francia quiere gritar.
Antes que el Ojibrotao nos envolviera en esa labia tan berrionda que se gasta, Tola y yo salimos voladas a buscar a la dotora Corcho a ver si nos palanquea con el ministro Jaramillo pa que nos entreguen los medicamentos.
Al salir nos chocamos en la puerta con el pastor Saade que estaba quemando voladores y gritando: ¡por la reelección indefinida de Bukele, jueput…!
Tola y yo sacamos la camándula y nos fuimos rezando el santo rosario y pidiéndole al Señor que Petro no pierda el juicio… Amén.
Ñapa: fue tan larga la leída del veredicto que el caso casi prescribe.
Ñapita: el asunto Uribe nos enseña que es más importante saber escoger abogado que esposa.
Dios, muestra tu existencia socorriendo a Gaza…
