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Berrionditos, ¿se arrecuerdan que la semana pasada cuando Tola y yo nos disponíamos a salir a protestar el presidente Duque nos armó una charla con el educador Álvaro Uribe?
Pues nos la hizo otra vez: ya listas pa salir a marchar contra la brutalidá policial y Duque nos salió con que nos teníamos que quedar en una capacitación sobre “revolución molecular disipada”.
¿Mole qué? —preguntó Tola. Molecular, tías, es una teoría muy chévere. No Ivancho, nosotras somos negadas pa la física y la química —dije yo, pero Ivancito nos rogó que nos quedáramos, que le daba pena con el conferencista que no hubiera nadie.
Renegando dentramos al salón y nos sentamos entre el ministro Molano y mi general Ajúa Zapateiro, al lao de la dotora María Fernanda Cabal, que creímos que tenía un tumor en la cintura y era el revólver.
Antes de empezar —dijo el conferencista chileno Nazianceno Chulavita, teórico neonazi muy reputao entre los uribistas y la cópula militar—, porfa me cierran esa ventana pa que no se dentren los gritos de los vándalos.
Doña Tola, ¿sumercé sabe quién fue Hitler? —preguntó don Nazianceno a quemarropa. Yo miré a Tola y la vi con la mente totalmente en blanco, pero levantó la mano y contestó: En mi casa tuvimos un perro con ese nombre: Jitler. Una fiera.
Y usted, misiá Maruja, ¿sabe qué es la revolución molecular disipada? Yo me tupí, miré pal techo, sudé frío, pero me salvó el general Zapateiro que metió la cucharada: Es coger un manifestante y volverlo moléculas. ¡Ajúa!
No exactamente, mi general, no hay que ser tan facho —dijo don Nazianceno y siguió derecho—. Y usted, ministro Molano, ¿sabe qué es “disipada”? Diego se puso firme y contestó muy seguro: una mujer disoluta, libertina.
Miren —dijo el “paquete chileno” respirando profundo—, la revolución molecular disipada es una teoría según la cual en las protestas no hay seres humanos inconformes sino moléculas programadas pa tomarse el poder.
Entre ellos “no existe estructura jerárquica, hay anarquía funcional” —siguió el dotor Chulavita con los ojos brillantes—. “Las unidades móviles son estratégicas y sus objetivos tácticos estáticos son dinámicos”.
Tola me hizo señas que nos fuéramos. Qué pena con usté don Nazi pero nosotras mejor nos retiramos porque enteramente no podemos con esa semiótica y esa hermenéutica. Lo que quiero decir, tías, es que el “enemigo interno” ya no serán el guerrillero y el narcotraficante sino también el manifestante.
Una ráfaga de viento abrió la ventana justo en el momento en que pasaba una marcha la berrionda y se logró colar una consigna: ¡Un bisoño no se puede rodear de otros más bisoños!
El mismo dotor Chulavita fue y la cerró de un batacazo que casi la desprende y siguió con la clase. Hitler era un niño austriaco al que le mataron el papá en un intento de secuestro y eso lo dejó muy rayao.
Cuando se metió a la política se consiguió de asesor de imagen a José Odulio Gobels, un putas pa la propaganda que le aconsejó a Hitler que se dejara el bigotico a lo campesino boyaco.
De una labia fascinante, Hitler engrupió a los alemanes con la teoría del Estado de Opinión y les vendió la idea de la Seguridad Democrática y los tres güevitos.
Tola se paró y me jaló. En serio, don Nazi, Maruja y yo nos tenemos que ir porque vamos pa un plantón de abuelas que han perdido a sus nietos en esta arremetida tan espantosa.
Don Nazianceno frunció el ceño y esclamó: ¡Pues si quieren lárguense, par de moléculas disipadas!
Ñapa: Suspendido el programa Prevención y Acción: ¿y los que pagamos la suscripción qué?