Oites Tola, hoy se estrena en Teleantioquia la miniserie Cosiaca, la produción más ambiciosa del primer canal regional de Colombia en sus 40 años al aire. ¿Vos qué sabés de ese desgualetao*?
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Cosiaca es un personaje de la picaresca paisa que nació en 1869 en una familia pobre y numerosa donde echaban los dados a ver quién comía.
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De güida* de la pobreza, Cosiaca se fue de la casa a recorrer el mundo, y este vagabundeo entre arrieros y rebuscadores lo volvió un vivaracho carretudo* y mentiroso, pero honrao.
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Cosiaca era el típico avispao paisa que te embelesa con sus cuentos mientras se te toma la sopa, y cuando la gurbia* lo mordía, entraba a una fonda y pedía un almuerzo “como me lo sirven en mi casa, misiá”, y salía sin pagar diciendo: “como en mi casa, que no me cobran”.
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Maruja, ¿vos cómo supites de Cosiaca?
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Como todas las familias paisas, en mi casa rezábamos diario el santo rosario, y los chiquitos nos dormíamos tiro por lapo pues el rosario es un sonsonete que arrulla: santamaríamadrededios… diostesalvemaría… es un mantra que te relaja y te penquea*.
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Muy cierto, yo cuando estoy desvelada arranco a rezar el rosario… y santo remedio.
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Terminado el rezo, mi apá nos contaba un cuento de Cosiaca como premio a los que nos chupábamos el rosario dispiertos. Y siempre contaba los mismos cuentos y nos volvíamos a reír.
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Apá, cuente el de Cosiaca campiando* en la calle… Que una vez estaba Cosiaca ensuciando* en un solar y una vecina lo vio y le gritó: ¡Gas Cosiaca, le voy a dar parte al alcalde! Y Cosiaca le contestó: ¡Por mí, désela toda!
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Apá, cuente el de Elvirita Elvirulo -pedía mi hermano mayor-. No señor -contestaba el gecho*-, ese cuento no se echa en esta casa, respete. Somos católicos.
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Y es que el cuento de Elvirita Elvirulo es el cuento más ordinario que hay, al punto que fue prohibido por la iglesia católica: el papa Pío XII le dedicó la encíclica Cosiacum Vulgaris, y en ella alvertía que quien oyera el cuento de Elvirita Elvirulo quedaba en pecao mortal, y el que lo contara contara también con el infierno.
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Tola, a mí no es que me maten los cuentos de Cosiaca, pero ese zumbambico me interesa como personaje, porque era un arriero y fueron los arrieros los que hicieron grande a Antioquia, los que fundaron pueblos, los que cargaron en sus mulas los peroles, los azadones, las medecinas, el jabón de tierra… los pianos.
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Entonces Cosiaca cayendo la noche llegaba a una fonda, después de una jornada arriando mulas pedorras por esos canalones tuquios* de pantano, se comía una chochada de frisoles con coles y una totumada de mazamorra con leche ordeñada y dulce macho. Y claro, después de esa mistura tan “pedante” no se podía acostar de una y se ponía a echar cuentos junto al fogón.
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Ole Tola, a Cosiaca se le atribuye este cuento tan poético: que cuando llegó a Medellín la energía elétrica, Cosiaca miró el éter y esclamó: “¡Ahora sí te jodites Luna, a alumbrar a los pueblos!”.
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Maruja, yo no te he querido contar una cosa porque no me gusta que la gente me carcule los años: Cosiaca fue novio mío.
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¡Bruta, qué chivota*!
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Pero duramos muy poquito porque me lo quitó adiviná quién: Amparo Grisales… ese langaruto moría por las veteranas.
*Desgualetao: desaliñao.
*Güida: huir.
*Carretudo: pajudo, como Petro.
*Gurbia: hambre intensa.
*Penquiar: dormir profundo.
*Campiar: ensuciar al aire libre.
*Ensuciar: dar del cuerpo.
*Gecho: taita, papá.
*Tuquios: llenos.
*Chiva: primicia.
Payola: Tola y Maruja en “Las mamás no lloran, las mamás facturan… lo que pasa un día de la madre”. Única función en el Águila Descalza (ver web).
No dejemos sola a Gaza.
