El presidente Petro se volvió muy cumplido pa desayunar los domingos desde que le tenemos de aperitivo dos o tres mimosas bien cargadas de espumoso.
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Ole Tavo, no entendemos vos por qué le comés carreta al exalcalde de Medellín Daniel Quintero, semejante joyita. ¿Te enyerbó o qué? ¿Te dio burundanga?
Por qué lo dicen, tías -dijo Petro voltiando la copa de mimosa pa pañar en la lengua las últimas goticas-. Pues porque te ha metido varios goles, vos, algunos ordeñaos como Ales Flórez.
Tías, tienen que tener en cuenta que cuando me lancé a la presidencia nadie quería con Petro, y menos en Antioquia, santuario de la godarria y colmena de paracos.
Yo casi ni conozco a Quintero, tías, sé que su sermón es anti uribista pero votó dos veces por Uribe y fue el primer alcalde que metió el Esmad a la Universidad de Antioquia, su alma mater.
Pero ustedes que son sus paisanas y lo conocen me podrían rajar de él -dijo Tavo sirviéndose otra mimosa de la jarrada y abriendo los ojos como sapo en tomatera.
Nosotras nos relacionamos con Quintero cuando era viceministro del gobierno Santos y lo encargaron de impulsar el Sí en Antioquia, donde ganó el No sobrao. ¡Qué pena con la Paz!
Después lo vimos muy teatral denunciando lo de Hidroituango y dejándole un queso enorme al gerente de EPM, un encuestador sin idea de servicios públicos pero amiguis de Fico.
Los paisas no teníamos enteramente por quién votar pues el candidato de Uribe era un pobre muchacho que no se cogía el jopo con las dos manos, y entonces pusimos los ojos en el joven “independiente”.
Tola y yo le hicimos campaña a Quintero y le conseguimos todos los votos que pudimos, aunque amigos con más olfato político nos alvertían que “ojo con ese culebrero”.
Cuando ganó celebramos como si fuera el grito de Independencia y nos pusimos güetes de ver que nuestro Medellín derrotaba a los mismos de siempre, “la casta rancia”.
Pero el muérgano de Quintero empezó a pelar el cobre ligerito y antes de posesionarse anunció que su meta era crear un partido. Nos pusimos nerviosas porque pa eso se necesitan hartos puestos y billete.
Muy querido, Quintero nos convidó a su investidura y allí nos topamos con la crema y nata de la politiquería uñona, y los nervios nos aumentaron cuando nombró diretor del Área Metropolitana al hijo de un uribista. Y en el Concejo hizo coalición ¡con uribistas!
Después vino el episodio penoso con el gerente de EPM, al que destituyó porque no le nombraba sus cuates, y enseguida la chambonada del pariente que puso de gerente y que duró 48 horas.
Y mejor no seguir, Tavo, porque nos ponemos a berriar de ver la pobre Medellín al garete -dijo Tola sirviéndole otra mimosa, esta vez envenenada con un tequila.
Pero sí te queremos confesar el desaliento que nos dio cuando vos de bocón dijites que Quintero quizque podría ser tu sucesor. ¡No charlés tan pesao, Tavo, que nos ponés temblorosas!
Y ni se te ocurra dale un ministerio a ese engatusador, porque ahí sí perdés los poquitos defensores que todavía te quedamos en estos desfiladeros.
Y pa rematar, Quintero nos embutió de candidato al primo de la señora, que le dicen Caregripa y que tiene más carisma una fotomulta.
Ahora la desesperada Medellín corre a los brazos de Fico, el alcalde que se gastó en un año la bobaíta de 130.000 millones en imagen, y que fijo renunciará cuando aceite su presidencia.
¿Y entonces por quién van a votar en Medellín, tías? -dijo Tavo viéndole el fondo a la jarra. Pues en blanco, mijo, pa recapacitar…
