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Quiay berrionditos, ¿se arrecuerdan que estábamos en la calle Álvaro Uribe Güey de Mayami celebrando el triunfo de Donal Tron cuando un gracioso gritó ¡viene la migra! y todos los uribistas salimos disparaos?
Pues cómo les parece que en medio de la estampida nos perdimos de Aída Merlano y la Cayita Daza y resultamos en el dan taun de Mayami, más embolatadas que el hijo de Limber.
Andareguiamos casi tres horas, hasta que por allá alcanzamos a ver que dos policías traían arrastrada a Aída. Entonces Tola y yo nos escondimos detrás de un rastrojo y paramos la oreja.
Uno de los policías le dijo: Señora Aída, un testigo jura que sumercé le compró el voto por Trump, y comprar votos es un delito federal, agravado por usar moneda comunista, y más grave todavía que los bolívares resultaron falsos. ¡Se le va ir hondo!
Aída no dijo ni mu, y el otro policía la zarandió: Desembuche, doña, díganos quiénes son sus compinches. Tola y yo que oímos esto y corrimos empitadas por las calles de Mayami hasta que nos quedamos sin aire.
Voliamos quimba lo que no está escrito, y nos escondíamos cuando oíamos una sirena de patrulla, muertas del culillo de caer en manos de las autoridades, y sin una direción ni teléfono pa buscar a la Caya.
Camine y camine, casi arrastrando las patas del cansancio, hasta que topamos el mar. Nos sentamos en la playa y Tola me dijo que no caminaba más, que sentía que se le iban estallar las váris.
Entonces decidimos dormir en la arena y madrugar pa los aules de Orlando, que están en promociones de invierno, y briegar a colanos gratis pa conocer Disneylandia.
Fortunadamente todavía nos quedaban de los tamales que llevamos pa repartir entre los votantes de Tron, pero ya el calor los había vinagrao y nos tocó hacer de tripas corazón.
Después de cenar tamal picho juagamos las cajas de dientes en el océano, rezamos el rosario, nos encomendamos a las ánimas del purgatorio y caímos penquiadas como piedras prehistóricas.
A media noche nos dispertó una algarabía la berraca: eran un grupo de Latinos con Tron que prendieron fogata y tomaban ron y ponían reguetón y gritaban ¡ganamos, sanababiche!
Uno de los trompistas resultó colombiano y nos contó que estaba sin empleo y de luto porque su taita murió “del virus chino” por falta del Obamacare. Tola lo regañó: ¿y así y todo votates por ese tósigo?
¿Y qué más hacía, tías? —dijo el paisano jartando a pico de botella—: yo voto a ojo cerrao por el que diga Uribe, así resulte un paquete. Y además ese Biden es petrista, gaitanista, socialista, guerrillero, pedófilo... ¡Stop the count! —le grité.
Tola me hizo señas que nos fuéramos, que era pendejada tratar de abrile los ojos a un uribista de Mayami, que son cerraos y trancaos por dentro, y nos apartamos de la guacherna pa dormir un trisito.
Cuando llegamos a Orlando los aules estaban tetiaos de colombianos que habían ido desde Soledá, Atlántico, a votar por Tron, y casi no había gangas. Pero conseguimos cachuchas de Make America Great Again: cinco por 99 centavos.
Después nos logramos colar a Disneylandia y charlamos con la Cenicienta y nos contó que fue sirvienta de Donal Tron y que ese desgraciao se aprovechó de que era indocumentada pa no pagale.
Ñapa: Así haya triunfado Biden, que medio Estados Unidos se identifique con Trump es ya una derrota para la humanidad. ¿O no?
Ñapita: Los resultados de Nevada se demoraron porque los nevadenses insistían en que todo lo que pasa en Nevada se queda en Nevada.
