Berrionditos, Tola y yo no nos aguantamos las ganas de salir a protestar porque enteramente nos da vergüenza con los jóvenes ver el país que les dejamos.
Pero nos parecía maluquito marchar en pleno pico de la pandemia y entonces organizamos una manifestación de puros vacunaos: “Plantón de la tercera edá con segunda dosis”.
Convocamos por guasá a la cuchachada y se nos unieron una buena cantidá de viejitos, y logramos el apoyo de varios asilos de adultos mayores pa que mandaran representantes.
Quedamos de encontranos en el Parque Nacional y allá fueron llegando con sus bastones, sus caminadores y contamos casi 30 en silla de ruedas, y hasta hubo uno que llegó en su cama de rodachines.
Y qué dicha contar con la participación de las coetáneas Amparo Grisales y Margarita Rosa de Francisco, dos bellezuras comprometidas con las luchas del pueblo.
Oviamente cumplimos todos los prontocolos de bioseguridá y hasta contamos con la presencia del padre Chucho, que trajo los santos óleos por si algún infarto o un enfrentamiento con el Esmá.
Lo primero que hicimos fue atravesar las sillas de ruedas en la carrera Sétima pa bloquiar el tránsito y poder armar la tarima donde iban a cantar Claudia de Colombia, Fausto, la Negra Grande de Colombia, Ana y Jaime y el Dueto de Antaño.
Enseguida nos pusimos a organizar la “primera línea”, o sea los ancianos que estarían adelante pa responder cualesquier ataque de la policía. Se ofrecieron voluntarios y Tola descogió a los más cegatones. Es mejor que no vean —me dijo—. Ni que oigan —y les quitó los audífonos.
Pa proteger a los cuchitos de esa primera línea les forramos los caminadores en latas de Saltinas, pa que les sirvieran de escudo, y de casco les pusimos bacinillas. Quedaron al pelo.
Un otorrino voluntario hizo un chequeo pa ver quiénes estaban en condiciones de gritar las consinas: ¡Por el derecho a la muerte natural! ¡Entierren el IVA de los entierros! ¡Viva la eutanasia sin cota inicial! ¡Maracachafa medecinal legal! ¡Virgen de Chiquinquirá, jubilá a Uribe ya!
La programación musical se retrasó porque estábamos esperando las pipetas de osígeno pa los cantantes, pero mientras tanto jugamos un bingo y rezamos el rosario.
Un viejito chuchumeco sacó alientos y escribió este grafitis con tiza: “Trabaja más el defensor del Consumidor de Cuba que el defensor del Pueblo de Colombia”.
Tola se alebrestó y se fajó un discurso muy aplaudido porque dijo que los viejitos tenemos la obligación moral de ser la vanguardia en las manifestaciones pues somos culpables del país que dejamos.
¡Nosotros los agüelos debimos frenar al presidente Guillermo León Valencia —dijo Tola enardecida, alzando el brazo a lo Gaitán— cuando a los reclamos de los campesinos contestó con bombardeos!
Desde entonces Colombia ha “resuelto” sus problemas sociales a la berraca, a punta de chumbimba, dejando a miles y miles de madres güérfanas de sus hijos. Qué pereza.
Y aprovechó pa dar unos tis en caso de que nos arremetiera el Esmá: no correr que es pior, contra los gases lagrimógenos usar leche pero deslatosada, y sobre todo recordar la recomendación de la Fiscalía: no atravesásele a las balas.
En esas llegaron unos vándalos y nos tocó salir de güida, y nos fuimos a tomar fresco con la Grisales y Margarita Rosa y les contamos que a Tola y yo nos ofrecieron el papel de ellas en las Hinojosas pero lo rechazamos.
Ñapa: Tola, pa mí una muerte feliz sería irme de este mundo debiendo el IVA de mi entierro.
Ñapita: Una ventaja de que los viejitos lideremos las manifestaciones es que se terminan a las cinco de la tarde, antes que empiece el sereno.