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Tola y Maruja pillan a dos indígenas intentando hablar con el presidente

Tola y Maruja

24 de octubre de 2020 - 10:00 p. m.

Hoy no tuvimos que preparar desayuno porque el presidente Duque madrugó a visitar un laboratorio de cocaína que la Fuerza Pública descubrió en San Calisto.

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A según nos contó Ivancito, el berriondo entable lo descrestó: tenología de punta, dispensador de gel antibaterial y medidor de fiebre en la puerta, y hasta tenían enmarcao el diploma del Icontec.

El hijuemadre laboratorio tenía cara de recién abierto porque todo estaba nuevecito, y la Policía topó una tarjeta lujosísima que decía: El cartel de Sinaloa tiene el gusto de invitar a la inauguración de su nueva cocina. Traje camuflado. Invitación válida para tres personas (esposa y moza).

Tola y yo hicimos roncha en la cama lo más de sabroso, pero tocaron la puerta con insistencia y nos tocó abrir: eran dos muchachos ataviaos el uno con una guitarra y el otro con un acordión.

A la orden —les dijo Tola mirándolos de arriba abajo—, ¿qué se les ofrece? Venimos a visitar a Iván —dijo el de pelo teñido. Ivancito no está, ¿quién lo necesita? —dijo Tola secamente.

Somos amigos de él y venimos a un toque —dijo el del acordión. Pero de parte de quién —insistió Tola. Somos Silvestre y Maluma, ¿no nos distinguen? —dijo uno con acento como pastuso.

¿Tenían cita? —preguntó Tola—, porque él no nos avisó que venía visita. Es una sorpresa, tías, Silvestre y yo pasábamos por la Plaza de Bolívar y aprovechamos pa saludar al gordo.

¡Cuál gordo, respeten! —regañó Tola—, embarnecido, que es muy distinto. Esperen aquí un momentico yo le timbro a Iván —dijo Tola y se dentró y me dejó sola con ellos. Mientras Tola llamaba, los dos muchachos hablaron entre ellos en un inglés tirando a quechua.

Tola volvió y los mandó seguir. Hablé con Ivancho: que lo esperen, y me dio orden que los atienda. ¿Ya desayunaron? ¡Ajualá! —dijo con ironía el más bajito—, ¡qué dicha un chuzo de mojojoy con cazabe!

Mientras desayunaban Tola les puso conversa: ¿Y ustedes de dónde conocieron a Ivancito? Somos artistas, tías, ¿no han oído hablar del vallenato Silvestre y del “preiti beibi” Maluma?

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Nosotras de farándula pocón —dije yo y le hice señas a Tola pa que fuéramos a la cocina—. Oites Tola —le dije pasitico—, algo no me cuadra... Tengo entendido que Maluma es alto, blanco y narizón, y este muchacho es ñurido, ñato y quemaíto.

Yo también tengo mi sospechita, Maruja: eh, ese Silvestre de falda, mochila tejida, sombrerito negro y botas pantaneras no tiene facha de cantante vallenato, ni de lejos. Ya mismo le marco a Iván.

¿Aló? Quiubo mijo, ¿cómo está todo por allá? ¿Qué tal el laboratorio, muy titino? Ole Ivancho, y si esa tal cocaína la pagan tan cara los gringos ¿por qué no la esporta diretamente el Gobierno pa pagar la pandemia? Digo yo...

En fin, después hablamos de eso... Vea Iván, nos late que esos tales Silvestre y Maluma que vinieron a buscalo son dos indios disfrazaos. ¿Qué hacemos?

Tola colgó y me dijo: ya vienen en camino el general Ajúa Zapateiro y el alto comisionao de Trizas Miguel Ceballos. Que los entretengamos mientras llegan.

Cuando volvimos al comedor encontramos a los supuestos Silvestre y Maluma bailando alrededor de la mesa y cantando el himno de la minga. Tola los frenó en seco: ¡A bailar al atrio, zumbambicos!

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¿Quiénes son ustedes, par de farsantes? —les dijo Tola amenazándolos con la sombrilla—. ¡Confiesen, langarutos! Los dos indios nos pidieron perdón y dijeron que lo único que querían era poder hablar con el presidente de todos los colombianos.

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Ñapa: Este Halloween todos estaremos disfrazados de presos.

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