Tola y yo pensamos sinceramente que llegó la hora de legalizar la compra de votos. Esta costumbre no la podemos acabar porque mucha gente necesitamos esa platica.
Dicen que estas votaciones serán las más corrutas de la historia patria porque la Derecha está dispuesta a soltar volquetadas de plata y los pobres estamos resueltos a vender el voto.
Del bololoy de Ales Char y Aida Merlano lo que más nos dolió enteramente fue lo barato que pagaron el voto: 50.000 pesos no justifican bañase un domingo y salir. Nos parece que el voto debe costar, mínimo, 100.000, más refrigerio.
Y si cotizamos el voto en la Bolsa de Valores, al lao del dólar y el petrolio, pues nos papiamos, porque supongamos que en segunda vuelta los Giliski lanzan una OPA por la Presidencia: se trepa el precio.
Por supositorio que el voto de opinión sería más costoso porque es un voto calificao y descaso, entonces tendría un precio de 300.000 barras más IVA, y este voto pagaría retención.
El voto de un difunto valdría 500.000, porque siempre da cutu cutu suplantar un finao, pues se estaría uno metiendo con las ánimas del purgatorio, que son un montonón y andan en patota.
Si uno vota dos o tres veces entonces se negocea por paquete y tiene derecho a los tres tamales. Pero eso sí: que nadie pueda votar más de cinco veces, porque tampoco pues.
Oviamente no se permitirían revendedores de votos el día de las eleciones, gritando junto a la urna: ¡compro sufragio que sobre!
Habrá ricos que no necesitan vender el voto y se lo regalan a una persona necesitada, tipo Óscar Iván Zurriaga, que levanta más vuelo una cometa de cemento.
La venta libre del voto jalonaría la economía porque se programaría un día sin IVA al día siguiente de la “fiesta democrática”, pa que el pueblo se gaste la platica.
Otra ventaja de la compra de votos es que bajaría la astención y se acabaría esa ordinariez de ver gente después de votar cargando en la cabeza una teja de Eternil. El voto se tendría que comprar en efetivo, chan con chan. Nada de “le cambio el voto por una libra de papas, sumercé”.
La compra de votos también impulsaría el subempleo pues habría rebuscadores en los puestos de votación ofreciendo: ¡Reviso el billete, no se deje meter billetes falsos... reviso el billete a 3.000!
Los mamasantas y asolapaos dirán que es una propuesta antidemocrática, pero nosotras pensamos que un pueblo donde el 85 % está pesimista y a la mayoría nos empobreció la peste, tenemos derecho de aruñar unos centavitos.
Si legalizamos la compra de votos ni Aida ni Char ni Gerlein serían delincuentes sino simples “mayoristas”.
Claro que uno no puede ile vendiendo el voto a cualesquier tumbador sino vendéselo a un político honrao, que pague lo justo.
Hay berrionditos que nos preguntan por quién votar, pero Tola y yo somos las menos indicadas pa recomendar pues votamos por Daniel Quintero. Pero sí les podemos decir por quién no votar.
Aquí van los diez mandamientos del eletor 2022:
1- No votar por el partido de Gobierno
2- No votar por candidatos con diseño de sonrisa ni que se tiñan
3- No votar por pastores
4- No votar por familiares de políticos presos
5- No votar por tuiteros ni influenceres ni famosos en general
6- No votar por caras bonitas... ni por caras feas
7- No votar por viejitos ni por jovencitos
8- No votar por outsiders
9- No votar por candidatos que se pasan de honestos
10- No votar por el que te compre el voto