Cuando la primera dama misiá Verónica oyó decir que en el Mundial de Catar será “el entierro de la FIFA” nos dijo: Tías, alístense que nos vamos pa un entierro.
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Lo que Tola y yo sabíamos de ese país era quizque Catar es simplemente “un centro comercial con aire acondicionado, himno y bandera”. Nos llamó la atención que el emir Tamim, el mandamás de allá, tiene tres esposas.
Un hombre con tres esposas y que a todas las mantenga bien tenidas y contentas y satisfechas, y que además logre la armonía entre ellas es un señor que merece el Nobel.
Como en Catar las mujeres no pueden salir solas sino acompañadas de un macho, misiá Vero se trajo a nuestro profesor de yoga Nerú, chaperón oficial de Palacio.
El primer inconveniente lo tuvimos en el aeropuerto de Catar cuando un oficial de migración le dijo a misiá Vero, señalando su traje de luto manga sisa: ¡Así no dentrar ni puel chiras!
Las tres pegamos pal diuti fri a buscar tres burcas pa vestinos como manda la ley islámica. Y Tola totiada de risa porque por el güequito de la burca se veían muy charras mis gafas culoebotella.
Nos encantó la burca porque es una prenda que iguala a las mujeres, pues todas las burcas son tal cual de sencillas, no más cambia el color. Entonces las mujeres van a las fiestas sin el pánico de que otra llegue con el mismo vestido.
La burca tiene sus ventajas: no hay que ir donde el peluquero y solamente se maquillan los ojos... no hay que estucase de base ni usar pintalabios ni colorete. Es una bendición pa las damas con papada o bigote. Y se puede mecatiar sin ser notada.
Pero nos pusimos a pensar que la burca fomenta la morbosidá de los vergajos hombres porque se imaginan lo que no hay, y por eso un maletero del aeropuerto nos gritó: ¡Uy beldades, quién fuera Migración Colombia pa dales la patadita de bienvenida!
A la salida del aeropuerto se nos arrimó un colombiano y nos dijo que si necesitábamos trabajo él tenía una cervecería artesanal clandestina y que estaba buscando vendedoras.
También nos creyó bobas el pendejo ese, sabiendo que en Catar el licor no se puede ni catar. La ley es muy estrita y la policía te revisa el tufo en plena calle: te ordenan “sópleme un ojo”, que en árabe se dice “ventéeme el ojal”.
Hablando del licor en la religión islámica, un desocupao de Tuiter escribió: Nos pusieron a descoger entre una religión que convierte el agua en vino y otra que prohíbe la cerveza. Con razón los colombianos somos tan cristianos.
Pero hablemos del Mundial de fúrbol, que por ahora va regulimbis, con partidos tan roncones como Dinamarca-Túnez, más aburridor que un informe de revisor fiscal en una asamblea de copropietarios.
Nos llamó la atención la manera tan decente como celebran los hinchas japoneses: esperan que el semáforo esté en rojo, no se tiran Maizena en la cara sino talco Mesana en los pieses y le ponen sordina a las vuvuzuelas.
Es impresionante la homofobia de los árabes, lo que indica que son más cacorros que hastái: la policía nos detuvo a Tola y yo quizque porque íbamos de gancho y nos acusaron de ser pareja.
Menos mal misiá Verónica nos rescató y fuimos por una corona de flores pa llevar al entierro de la FIFA, que falleció a causa de una angurria terminal por el billuyo.
Ñapa: Más ordinario que una burca con escote.
Payola: Es tan ridícula la guerra contra el narcotráfico que da risa... ”Tola y Maruja por el güeco, la comedia del sueño americano”. Boletaenmano.com
