Supimos que en caso de llegar a la presidencia don Rodolfo Hernández (tocamos madera) piensa quitar nuestro cargo de cocineras de Palacio y poner a mantequiar a la señora.
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Entonces Tola y yo decidimos visitalo en su moderno apartamento del norte de Bogotá, que cuenta con una tenología que lo deja uno boquiabierto.
Cuando tocamos la puerta una voz robotizada habló: “No insistan, somos católicos, me colaboran con la salida”. Después nos contó don Rodolfo que es un detetor de evangélicos, limorneros y vendedores.
Pero está como fallando porque toda mujer con falda larga la identifica como evangélica ―nos dijo don Rodolfo―. Y ayer confundió al escritor Güillian Ospina con un vendedor de enciclopedias.
Al dentrar al lujoso apartamento se ativó un mecanismo que nos roció alcol por todas partes y un perchero inteligente nos quitó las carteras y la sombrilla.
Todo está automatizao ―nos dijo don Rodolfo, que lucía radiante después del palo que dió en las votaciones―. Ahora que dentren al baño un dispositivo del espejo les quitará 30 años.
Nos sirvió un desayuno marcao por la austeridá que caraterizará su gobierno en caso de ganar (tocamos madera) y que consistió en aguapanela y una cásula de una vitamina marca Vitalogic.
Los muebles también son inteligentes: detetan si uno tiene frío y se entibian, y si les hunde un botoncito le rascan la espalda y le masajean el jundillo. Y pitan si uno se ventosea ―dijo el ingeniero malicioso―.
Felicitaciones por la sorpresa del domingo ―le dijo Tola―. Ninguna sorpresa, tía ―dijo don Rodolfo―, el pueblo es así. Vean: ofendí a las mujeres de Puerto Wilches y allá gané.
Nos contó que si gana (tocamos madera) se quiere posesionar en el pueblo más pobre de Colombia. ¿Algún poblao del Vichada? ―pregunté, y el ingeniero me miró sorprendido―. ¿Vichada, qué es eso?
Voy a ganar porque tengo a los hombrecitos tramaos con mis propuestas populistas ―dijo don Rodolfo sonriente―. Por ejemplo: la gente está güete porque voy a volver museo la Casa de Nari.
Y pienso inaguralo con una muestra titulada “Muebles viejos”, que serían los expresidentes Pastrana, Gaviria y Uribe sentaos en la sala sin hablar. ¡Eso sería un machete!
Don Rodolfo ―dijo Tola yendo al grano―, nosotras vinimos a pedile la caridá que no nos rumbe de la cocina de Palacio... pues, en caso de que gane (tocamos madera).
Miren tías ―nos dijo el ingeniero muy serio―, mi gobierno va a tener tanta austeridá que pienso quitar los baños del despacho y salir a miar al billar de la esquina.
¿Y yo pa qué carajos contrato guisas si mi esposa Socorro cocina delicioso, y gratis? Y la vice Marelen, una mujer muy preparada y empoderada, sabe también almidonar camisas.
Ingeniero ―le imploré―, al menos déjeme a mí de sirvienta y Tola le puede servir pa poner inyeciones, que tiene muy buena mano. Y lo podemos asesorar en publicidá.
Maruja y yo le tenemos esta idea ―dijo Tola toda empoderada―: empezamos a decile “Rodolfito” y lo convertimos en el hipocorístico “Fito”, y aprovechamos los microperforaos de Federico y les cambiamos una mera letra: “Yo me identiFITO”.
Don Rodolfo nos miró más serio que un revólver, sacó un control remoto y le apuntó al sofá donde estábamos sentadas, le hundió una tecla y ese mueble nos aventó a la carrera 11.
Mientras íbamos pal Trasmileño le dije a Tola: ¿vites que don Rodolfo tiene tres hijos? Y Tola me miró toda preocupada: ¿será que también hacen manillas? (tocamos madera).
Ñapa: si Petro quiere otros votos en Antioquia tendrá que tomar distancia del alcalde Quintero y pedile a Piedá Córdoba que renuncie al Congreso.