Publicidad

Carlos Windsor es preso de la Corona

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
Tomás Molina
12 de mayo de 2023 - 02:00 a. m.
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

Los poderosos cuentan con lujos y placeres inconcebibles para la mayoría de las personas. Una de las quejas comunes de los ciudadanos en casi todos los países es que, por lo anterior, los políticos están desconectados de la gente de a pie. Algunos de ellos, como los presidentes, viven en palacios con sirvientes.

Pero a costa de un sacrificio.

En 1983, Nixon utilizó una anécdota sobre De Gaulle para explicar la doble naturaleza del poderoso. En cierto momento de la Segunda Guerra Mundial, el general francés fue aclamado por el público. Desde ese instante comprendió que era dos personas al tiempo: una, la figura privada con sus vicios y problemas; otra, la figura pública idealizada. En público no podía hacer nada que lo pusiera por debajo de la imagen idealizada de sí mismo. Nixon decía, para ilustrar lo anterior, que en privado Kennedy decía groserías; en público nunca.

Alfredo Iriarte contaba en uno de sus libros que Enrique Olaya Herrera se presentaba en los pueblos más calientes de Colombia usando los paños pesados propios de Bogotá, justamente porque quería corresponderse con la imagen ideal de lo que era un presidente. Sus ministros le pedían usar trajes de lino, pero Olaya respondía que no podía porque la gente que lo iba a ver nunca había visto un presidente. No quería ser menos que la imagen idealizada de lo que debía ser un presidente.

¿Por qué esa insistencia en cumplir con una imagen? ¿Será pura vanidad?

En las monarquías, los rituales de coronación son aún más arcanos que los de una posesión presidencial. Los asistentes aparecen con ropajes anacrónicos para presenciar un ritual mágico en el que una persona se convierte en la cabeza de una familia/imagen ideal para el público. De ahí en adelante, el rey no se puede permitir —si es que como príncipe podía— ser menos que su ideal del Yo.

La Corona somete al rey. Si el común de los mortales puede andar en camiseta y shorts en un lugar caliente, el rey, en cambio, tiene que aparecer de manera digna (usando corbata en el Chiribiquete, por ejemplo, algo que nadie más haría). Si el ciudadano elige a su pareja, la Corona elige la del rey. Si el ciudadano puede ser vulgar en público, el rey no. El rey no se puede permitir nada que no sea propio de un rey: el rey no manda; la Corona lo manda. El rey se sacrifica por la Corona.

Carlos Windsor es preso de la Corona
Foto: Embajada de Reino Unido en Colombia

Carlos pudo casarse con Camila solo después de décadas de sufrimiento. Y aun así, sigue bajo el poder de la Corona. Los deseos de Carlos Windsor solo valen si son rigurosamente compatibles con los de la Corona. El rey es castrado por ella. Yo, un ciudadano cualquiera, puedo descansar mucho más de mi imagen pública. Soy más libre en ese sentido. No tengo que hacer el sacrificio de los poderosos.

Ni siquiera los más privilegiados obtienen una satisfacción total, como Freud lo notó en sus ricos pacientes. En los palacios dorados hay malestares. Lacan decía que el hombre está castrado en tanto está sometido al significante que dice “no” a la satisfacción absoluta.

Carlos Windsor alcanzó su sueño, pero ahora es preso de Carlos el rey o, más bien, de la corona que reposa sobre su cabeza.

Tomás Molina

Por Tomás Molina

Politólogo, doctor en Filosofía y profesor.platom___
Conoce más

Temas recomendados:

 

jorge(86724)15 de mayo de 2023 - 04:30 a. m.
Es mejor ser rico que pobre. Pambelé 😒
Luis(20330)12 de mayo de 2023 - 07:31 p. m.
Muy agradable la columna.
Francisco(30227)12 de mayo de 2023 - 04:37 p. m.
Dichosa la monarquía: no tienen que comer , no tienen que bañarse, ni ir al retrete, no caminan, levitan y muchos otros etc. Ja!
Felipe(94028)12 de mayo de 2023 - 04:14 p. m.
Noruega, Dinamarca, Holanda, Suecia, España, Reino Unido, Bélgica o Japón están entre las únicas 25 democracias plenas que hay en el mundo, según Democracy Index de The Economist. Esos monarcas tienen en común que carecen de poder y su función es apenas protocolaria. Por tradición o alguna otra razón, mantienen un alto grado de aceptación en sus países, pero si fuesen repúblicas no estarían peor, aunque alguno cambiaría república bananera por monarquía europea.
luis(89686)12 de mayo de 2023 - 04:13 p. m.
La caricatura de bacteria en la nueva prensa lo dice todo.
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.