La vasta mayoría de colombianos no sabía quién era Charlie Kirk. Incluso en la derecha local era un desconocido, pues en el país no prestamos atención a los influencers políticos del mundo anglo.
Sin embargo, tras su asesinato, muchos opinadores locales de derecha salieron a decir, de manera unánime, y aunque solo tuvieran una vaga idea de quién era, que a Kirk lo habían matado por decir la verdad.
No sabemos por qué lo mataron, ni en qué cree su asesino. Muchos medios internacionales malinterpretaron los mensajes del francotirador para insinuar que era un radical de izquierda. Se han retractado, pero el daño está hecho.
Ese asesinato no debería haber sucedido. En eso coincido con los defensores de Kirk. Y también coincido con ellos en que ese hombre decía la verdad. O para ser más precisos, con sus palabras decía la verdad sobre el trumpismo.
Kirk, un notable trumpista, pedía la ejecución de Biden; creía que la ley de derechos civiles (que prohíbe la discriminación racial) era un error; quería un Estados Unidos blanco; afirmaba que no debería haber separación entre el Estado y la Iglesia, y un largo etcétera de propuestas para devolver la rueda de la historia.
Pero también gozaba de una habilidad para hablar en público y retorcer datos, estadísticas y argumentos, de manera que su audiencia se adhiriese al proyecto oligárquico del partido republicano.
Ahí está la verdad del trumpismo: no se basa en una cuidadosa reflexión sobre lo que es preciso conservar, sino en una pulsión agresiva que aspira a devolver la rueda de la historia (¡a cambiarlo todo!), así como en una manipulación descarada de la realidad para servir propósitos electorales y económicos de carácter oligárquico.
¿Pero por qué querrías tú vivir en ese regreso al pasado? ¿Por qué aceptar que nos manden un puñado de billonarios? ¿Cómo te pueden convencer de que esa es la mejor opción?
A través de una red de mentiras y odio. Te dicen que los progres te volverán gay con “ideología de género”; que te enviarán al gulag; que te expropiarán tu casa; que las minorías te quitarán el trabajo; que adoctrinarán a tus hijos; que te perseguirán por tener un matrimonio hetero; que la izquierda destruirá la economía.
No olvidemos la hipocresía detrás de esas mentiras. Acusan al progresismo de querer destruirlo todo, pero son ellos los que quieren hacer añicos el modo de vida actual; son ellos los que quieren acabar con los avances sociales, ambientales, jurídicos, etc., que sostienen el bienestar de millones. Detestan el presente. Quieren regresar a un Estados Unidos anterior al New Deal, los derechos civiles de las minorías, e incluso anterior al voto femenino.
Trabajadores colombianos: no les coman cuento a estos tipos, ni a sus imitadores locales. No se dejen distraer con sus guerras culturales. No se enfurezcan porque a una latina le dieron el rol de Blancanieves, o porque les dan oportunidades a las minorías, o porque les cobran impuestos a los multimillonarios.
Enfurézcanse porque estamos en una crisis ecológica.
Enfurézcanse porque están exterminando a los palestinos.
Enfurézcanse porque la desigualdad aumenta cada día más.
Enfurézcanse porque sus hijos no tienen trabajo digno, ni casa.
Enfurézcanse porque les están quitando sus derechos.