En los rincones oscuros de las redes sociales colombianas se celebra la paloterapia: el linchamiento de ladrones en vídeos. Los comentarios que dejan los espectadores reflejan un gran afán de violencia: «¡denle duro a ese hijueputa!», «¡solo con puños y patadas aprenden!» y «los derechos humanos son para garantizar la impunidad de los bandidos».
¿Por qué hay gente tan aficionada a la paloterapia?
Creo que, en último análisis, la práctica es atractiva porque hacer sufrir a quienes nos han hecho un mal produce bienestar.
Este no es un defecto único de los colombianos sino algo muy arraigado en nuestra psique desde hace...

Por Tomás Molina
Politólogo, doctor en Filosofía y profesor.platom___
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