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La izquierda promete igualdad, pero lo único que consigue es robarse el erario, dejándolos a todos más desiguales y pobres que antes. Al menos ese es el lema de la derecha en todas las elecciones. A mí no me convence. La ciencia nos indica algo muy diferente a la propaganda de la derecha, como casi siempre.
La literatura económica y sociológica es clara. Por ejemplo, en un artículo reciente, dos estudiosos italianos (Emanuele & Trastulli) se propusieron analizar el impacto de los gobiernos de izquierda en 20 países europeos durante los últimos 150 años. Encontraron que la izquierda redujo de manera significativa casi todas las desigualdades, incluyendo las políticas, económicas, educativas, de acceso a la salud, etc. Los autores reconocen que, desde finales de los 80, la izquierda europea ha sido mucho menos capaz de reducir las desigualdades (en parte por el triunfo del neoliberalismo, la reducción de los sindicatos y el mucho menor margen de maniobra de la izquierda en un mundo globalizado), pero de todas maneras es responsable de haber convertido a Europa occidental en la región más igualitaria del planeta.
En América Latina, encontramos resultados positivos para la izquierda. Aquí vale la pena mirar de nuevo los resultados científicos, en vez de basarnos en la evidencia anecdótica y la propaganda. En el 2023, un grupo de científicos* se preguntó si la izquierda latinoamericana había logrado reducir la desigualdad más que la derecha durante la primera década de este siglo. Sus resultados son muy claros: los países gobernados por la izquierda experimentaron una reducción más notable en la desigualdad. Los autores sugieren que la redistribución de la izquierda en nuestra región favoreció a la clase baja y media a costa del 10 % más rico. Y todo esto no dependió del boom de las commodities, como se suele decir, pues los autores controlaron ese y otros factores. Simplemente, los gobiernos de izquierda tomaron medidas más efectivas para reducir la desigualdad que la derecha.
No quiero decir que la izquierda siempre reduzca la desigualdad. Su voluntad de reducirla, al menos cuando es auténtica, se puede enfrentar a obstáculos muy difíciles de superar. Algunos investigadores sugieren, por ejemplo, que como aquí carecemos de partidos políticos sólidos, no siempre somos capaces de implementar programas redistributivos efectivos a lo largo de un tiempo considerable.
Otro factor, mucho más obvio, es que aquí las élites locales también se oponen violentamente a la redistribución, como lo hicieron en Europa a principios del siglo pasado, sin que la izquierda logre ganarles la partida en el legislativo y las cortes.
Tampoco quiero decir que la izquierda sea siempre honesta. En todas partes hay oportunistas que usan las banderas y los discursos de la izquierda para enriquecerse a sí mismos. Pero la izquierda sí cree en la igualdad e intenta, aunque con diversos grados de éxito, redistribuir la riqueza de arriba hacia abajo.
Esto nos dice la evidencia científica, al menos. Hay casos extremos que contradicen lo que aquí digo, pero son eso: casos extremos. La Venezuela de Maduro no es representativa de la izquierda global. En general, la izquierda sí trabaja para la gente y para reducir la desigualdad, a pesar de lo que diga la propaganda de derecha.
Le dejo a usted, lector, la decisión de a quién elige creer.
*The Pink Tide and Income Inequality in Latin America.
