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Salvemos a Gaza para salvarnos a nosotros mismos

Tomás Molina

06 de octubre de 2025 - 12:05 a. m.

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Nuestra derecha es adicta a Israel. Cuando marcha, saca banderas de ese país. Cuando la izquierda actúa contra el genocidio, la derecha se indigna. Cuando los diplomáticos de Israel son expulsados o criticados, la derecha lagrimea.

Hay varias razones que explican esto. Primero, nuestra derecha busca amistarse con Estados Unidos, y servir los intereses de Israel es una manera de hacerlo. Segundo, en los últimos 40 años Colombia ha cultivado relaciones económicas y militares con Israel. Tercero, hay una cercanía ideológica entre la derecha colombiana y el gobierno de Israel: ambos tienen al “enemigo interno” y a la “amenaza terrorista” como elemento esencial de su política interna.

La cercanía entre la derecha e Israel ha sido muy estrecha. Cuando Ban Ki Moon ordenó una investigación por (otro) bloqueo a Gaza, Uribe, asesorado por Iván Duque, fue uno de los que la lideró. Obviamente, juzgó que Israel actuó de manera legal.

Cuando Mahmoud Abbas aplicó para la membresía completa de Palestina en la ONU, la Colombia de Santos completó los nueve votos necesarios para negarla. Los gobiernos de derecha también compraron armas a Israel, software espía (Pegasus), drones, y entrenadores militares, a menudo de manera opaca.

Debido a la cercanía que describo, la derecha insiste en que criticar a Israel y cortar relaciones diplomáticas con ese país es ir en contra de nuestro interés nacional. Y es verdad que puede haber pérdidas económicas y un deterioro en las relaciones con Estados Unidos por la oposición del gobierno de Colombia al genocidio en Gaza. La situación no es apocalíptica, pero sí puede haber daños.

Sin embargo, me gustaría que consideráramos el interés nacional desde otro ángulo. Solón, el antiguo estadista griego, tenía una noción de justicia muy útil: un daño directo contra uno es una amenaza a la seguridad de todos. Es básicamente el mismo principio de seguridad colectiva detrás de la ONU y la OTAN. Desde aquí podemos decir que el genocidio en Gaza es un daño y una amenaza para todos.

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La impunidad de Israel en Gaza permitirá que otros sigan ese ejemplo, sabiendo que nadie ayudará a los pueblos más débiles. Nuestro interés nacional también pasa por garantizar que los más fuertes no puedan oprimirnos ni exterminarnos. Debemos ser solidarios con todos los pueblos que sufran lo mismo que los palestinos, y buscar una reforma radical de los mecanismos de toma de decisión en el Consejo de Seguridad de la ONU. Hay democratizarlos y lograr que el derecho internacional se pare sobre una base más sólida.

Creer que el genocidio en Gaza es un evento lejano que no nos afectará es ingenuo y miope. Mañana, todas las mentiras, toda la propaganda, todas las armas, todas las tácticas, toda la represión, todas las violaciones del derecho internacional y de la ética más básica, podrán ser usadas contra nosotros, o contra cualquier otro pueblo subordinado. Israel, o sus ex soldados, entrenarán a nuestros victimarios, como ya sucedió en Colombia con Yair Klein.

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Solón tenía muy claro que los daños contra los individuos no eran daños privados sin más, sino daños a toda la comunidad. Nosotros deberíamos tenerlo claro también a nivel internacional: el daño a un pueblo es un daño a todos los pueblos. Por eso deberíamos seguir lo que en filosofía se llama el interés propio ilustrado: promoviendo los intereses y la seguridad de los demás, servimos nuestro propio interés.

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Salvemos a Gaza para salvarnos a nosotros mismos.

Por Tomás Molina

Politólogo, doctor en Filosofía y profesor.platom___
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