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Debemos excluir a los comunistas, progresistas, gays, indígenas, negros y liberales si queremos que Colombia conserve su salud. Que estos grupos obtengan el poder significa que vamos a terminar en una guerra civil, destruidos bajo el peso de nuestra ingenuidad.
O por lo menos hay gente convencida de que eso es así.
Era la fórmula de Laureano Gómez y es la fórmula de sus herederos ideológicos.
La película Zootopia 2, estrenada este mes, trata este tema. Los animales han creado un país utópico del cual están excluidos los reptiles. Estos últimos no pueden vivir allí porque supuestamente atacaron a una familia de linces hace años. Desde entonces son vistos como gentes peligrosas que hay que mantener fuera, so pena de sufrir una debacle.
Resulta obvio que los reptiles representan grupos subalternos: Zootopia fue construida sobre tierra que pertenecía a los reptiles, y estos proporcionaron parte esencial del conocimiento y la mano de obra para levantar al país. Al mismo tiempo, es claro que la familia de linces es de carácter trumpista: miente sobre la peligrosidad de los reptiles porque le resulta conveniente para mantener a los demás animales bajo control.
Pero los reptiles no son peligrosos, ni quieren destruir Zootopia. Judy, la coneja protagonista de la historia, se sorprende al descubrir esto y cambia de opinión instantáneamente sobre las serpientes. Este elemento inverosímil (solemos aferrarnos a nuestros prejuicios) no debe hacernos perder de vista que la película muestra bien cómo la exclusión de los reptiles era parte de la estrategia de unos linces millonarios para mantener su poder.
En este sentido, el film es una buena síntesis de la derecha populista y su fijación con expulsar ciertos grupos humanos. Sin embargo, la película hubiera podido mostrar mejor cómo la sociedad de Zootopia fantasea con la exclusión de los reptiles. Alcanzamos a ver el miedo que las serpientes despiertan en los mamíferos, pero no a presenciar el asco y horror frente al modo de vida reptil.
Y esto sí es muy importante en la vida real. Las fantasías sobre los grupos excluidos no incluyen solo el miedo que estos despiertan (¡nos van a robar!) sino la convicción fuerte de que están destruyendo nuestro modo de vida con su música, su licencia sexual, sus subsidios, su ropa, su baile, y su sola presencia, impidiéndonos ser lo que debemos ser.
Por ejemplo, en la fantasía de la derecha, la izquierda destruye nuestro modo de vida y nuestras instituciones con su ideología igualitaria, obstaculizando la creación de un país perfecto.
Por lo anterior, el líder fuerte de derecha tiene que aparecer para hacer frente a la amenaza que el izquierdista, el woke, etc., representa para el modo de vida nacional. Este líder restaura el orden, haciendo que cada quien ocupe el lugar que debe ocupar: ya no más woke, ya no más izquierda resentida, ya no más reptiles libres en Zootopia.
Trump, Laureano, Pinochet, Uribe, Bolsonaro y Milei coinciden en estas coordenadas básicas, a pesar de sus diferencias ideológicas.
En fin. Lo más utópico de Zootopia no es que todos los animales logren vivir juntos y en paz, sino que aparentemente hayan incluido a los reptiles sin que un líder prometa mandarlos de nuevo a donde vinieron.
Quizá, para la secuela, deberían incluir un zorro rubio y narcisista que proponga hacer a Zootopia sin reptiles again.
