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INTERNET, LA HERRAMIENTA INformática donde se encuentra registro de casi todo lo que existe, también se ha convertido en uno de los buscadores más importantes de perfiles criminales de la actualidad.
Los detalles sobre la vida de los combatientes de los grupos armados al margen de la ley son ahora vox populi. No obstante, pese a la casi abrumadora cantidad de información disponible, cuando se busca el nombre de una mujer en armas, la información es insuficiente.
Y no es un tema intrascendente. Cuando se anota ‘Sor Teresa Gómez’ los buscadores arrojan como resultado la historia de santas de la Iglesia católica, santuarios y direcciones de ancianatos. Nada parecido a la Sor Teresa Gómez que conocemos en Colombia, consejera de los hermanos Castaño, de Monoleche y Mancuso, asesina de Yolanda Izquierdo y responsable de desplazamientos forzados en el Urabá chocoano y Córdoba. Cuando se consulta sobre Enilse López, la Gata, aparecen primero videos de mujeres bailando al ritmo del reggaetón, seguidos de videos de gatos tocando piano. Poco semejante a La Gata, oriunda de Sucre e implicada en la autoría intelectual de la masacre de El Salado en los Montes de María, de numerosos desplazamientos en la misma subregión, así como de otros crímenes de gran escala como el homicidio de la fiscal Yolanda Paternina, quien llevaba el caso de las masacres de El Salado y Ovejas.
Muy pocas son las menciones que se encuentran de Sonia o La Sombrerona que, similar a la protagonista del cuento de terror, desmembraba a sus víctimas empezando por las extremidades inferiores, luego pasaba a los superiores, para finalmente extraer los órganos y organizarlos junto a los cuerpos, como anota un documento sobre perfiles de asesinos elaborado por el DAS en 2003. También son nulas las menciones a La Enfermera, autora y facilitadora de violaciones sexuales, torturas y homicidios en las masacres de El Salado y Chengue en Bolívar, o a las varias mujeres que participaron en las atrocidades ocurridas en la masacre de Ciénaga Grande, corregimiento de Nueva Venecia, jurisdicción del municipio Sitio Nuevo en Magdalena, ocurrida en noviembre del año 2000.
Sólo una cosa resulta favorable entre tanto silencio alrededor de las mujeres en armas: como no son mencionadas, tampoco son descritas como ‘casos aislados’ o como ‘manzanas podridas’ dentro del ‘sensible’ y ‘siempre bueno’ género femenino. Porque una cosa sí es clara, y es que desconocemos la verdadera dimensión de lo que pasa en la vida de casi todas las mujeres armadas y de lo que ha convertido a algunas de ellas en combatientes, a otras en enfermeras, a otras en cocineras y a otras en anónimas asesinas. Desconocemos qué hacen ellas a la guerra y qué les ha hecho la guerra a ellas, e ignoramos que estos perfiles son precisamente una parte no documentada, que sin querer justificar, les ha dado funciones que estamos en mora de comprender.
