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¿A quién pertenece el pueblo?

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Weildler Guerra
08 de noviembre de 2025 - 05:05 a. m.
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Según la encuesta Polimétrica divulgada esta semana en Colombia, el 45 % de los ciudadanos se identifica con el centro político, frente a un 22 % que se declara de izquierda y un 32 % de derecha. Este dato revela una preferencia por el equilibrio, por posturas que reconocen la pluralidad y rechazan los extremos recalcitrantes que promueven la exclusión o la destrucción del otro. En tiempos en que algunos candidatos de derecha deliran con “destripar” al adversario o “darle balín”, conviene recordar que la democracia no se funda en la aniquilación del disenso, sino en su organización legítima. Carl Schmitt, desde una lógica excluyente, sostenía que el pueblo se define por la distinción entre amigo y enemigo. Esta visión conduce a una democracia homogénea, donde quien no comparte la identidad dominante queda fuera del demos.

El populismo de izquierda, por su parte, construye al pueblo como un sujeto político unificado, enfrentado a una élite corrupta. Al erigir un “nosotros” virtuoso frente a un “ellos” corrupto, tiende a simplificar la diversidad política y social. Esto genera una tensión entre la unidad simbólica del pueblo y su pluralidad real. El populismo transforma la democracia representativa al privilegiar la relación directa del líder carismático con el pueblo, debilitando las mediaciones institucionales. Cuando el líder populista se arroga la representación exclusiva del pueblo, busca reescribir la historia, desestima el pluralismo y erosiona las instituciones democráticas.

Cada cuatro años, durante las elecciones, todos los partidos afirman representar “la voluntad del pueblo”. Sin embargo, al final de la jornada múltiples fuerzas obtienen representación. ¿Cómo es posible que todos “representen al pueblo”? ¿A quién pertenece realmente? El pueblo no es homogéneo: está compuesto por múltiples sectores con intereses diversos. Como ha dicho Ernesto Laclau, el pueblo es una construcción discursiva que articula demandas heterogéneas. No está “dado”; se constituye en el acto mismo de su representación. Por eso, tanto la izquierda como la derecha pueden invocarlo legítimamente, aunque se refieran a realidades distintas. Con sus bodegas perversas, su culto al caudillismo y su visión excluyente, los extremos de izquierda y derecha en Colombia comparten rasgos, aunque no estén dispuestos a reconocerlo.

Muchos colombianos parecen cansados de la polarización política, donde los discursos radicales —ya sean de derecha o izquierda— promueven la exclusión, el enfrentamiento y la deslegitimación del adversario. Muchos ciudadanos desean inclusión social pero también orden y seguridad. Desean más pragmatismo en la política nacional e internacional y menos ideología.

En este contexto, un 45 % de los colombianos percibe el centro no como tibieza ideológica, sino como un espacio de reconocimiento mutuo, donde la pluralidad y la reflexividad se convierten en principios, no en amenazas. Una democracia pluralista no busca eliminar el conflicto, sino canalizarlo institucionalmente. Es diciente que un 54 % de los jóvenes, entre 18 y 32 años, se identifiquen con el centro. Esto constituye una oportunidad para convertir al centro en una fuerza política organizada con una casa política propia.

En consecuencia, vuelve la pregunta ¿de quién es el pueblo? La respuesta más honesta es que el pueblo no pertenece a nadie, porque no es una propiedad ni una esencia, sino una construcción política en permanente disputa.

wilderguerra@gmail.com

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Pedro Ceron(09087)09 de noviembre de 2025 - 02:56 a. m.
Ahora Uribe está prometiendo un 2o Plan Colombia. El Plan de Uribe es montar otra vez las convivir como hizo con su amigo Mancuso y Carlos Castaño donde exterminaron más de 100.000 personas y las tildaron de guerrilleros y desplazaron más de 8 millones de campesinos y les robaron la tierra, ese es el segundo Plan Colombia que quiere proponer con los narco-candidatos que tiene, fuera del caso de los falsos positivos.
Luis Tello(14946)09 de noviembre de 2025 - 01:15 a. m.
la polarizaciion no es mala .. se trata de aclarar las contradicciones en el transcurso del debate sin tener que matarse ,, para ello deben establecerse reglas : respeto por las personas , por la verdad de los datos , por la ciencia que debe iluminar todas las decisiones publicas .. y por el gran objetivo : defender la vida ..pero como defender la vida cuando el ànimo de ganancia atenta contra ella ?
Felipe Fegoma(94028)09 de noviembre de 2025 - 01:05 a. m.
Manoseado término, "pueblo", ya no significa nada, además, la mitad del censo no vota. Petro solo considera "pueblo" a ese 29% del censo que lo votó, desprecia a los que no le votaron e ignora a los que no votaron cuando no se arroga su representación. El verdadero representante del pueblo es el Congreso al que Petro insulta y deslegitima, los votos que eligieron al parlamento fueron tan válidos como los que le eligieron a él, pero pretende cambiarlo por asambleas, cabildos y mingas del "pueblo"
Luis Carlos Cortés Murillo(4156)08 de noviembre de 2025 - 02:56 p. m.
Ud. tiene razón Sr. Guerra el pueblo no pertenece a nadie pero si es dado a seguir caudillos y ese es el peligro de llagar a elegir personas sanguinarias y corruptas. Ahora, es muy importante que los dirigentes de centro presentes programas de gobierno coherentes y no sólo el oportunista "contra Petro".
Lola Cortes(15127)08 de noviembre de 2025 - 02:46 p. m.
Me parece romántica su visión a pesar de mostrar resultados de encuestas. En lo que va del milenio han ganado los extremos. A Cepeda, quien hasta ahora sería el candidato de la izquierda lo sitúo más de centro izquierda y de la derecha no veo a nadie de centro, todos se van hacia el extremo.
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